domingo, enero 23, 2005

Los sueños...

¿Qué son los sueños? A veces simples pensamientos, tan hetereos como cualquier otra cavilación. En otras ocasiones son tangibles, reales como cualquier objeto, pero su naturaleza idílica los hace esfumarse en cualquier momento. Buenos o malos, siempre nos motivan. Algunas personas los alimentan en secreto, otros luchan por ellos, pero sólo unos pocos logran realizarlos. Para esto hay que tener un poco de suerte, perseverancia, valor y cientos de características, pero sobre todo, ganas de soñar.

Lo malo de soñar es el tener que cerrar los ojos, esto no nos hace ver el enorme abismo entre el sueño y la realidad. Un abismo que a veces nos sorprende mientras caminamos a ciegas siguiendo nuestro corazón; un agujero negro que sólo abriendo los ojos se puede saltar. Cuando se superan los obstaculos y se alcanza esa meta deseada, se saborea por un momento el elixir que nos hace luchar y nos da la vida. El delicioso sabor de un sueño logrado, un sabor que al igual que una foto perdura en el tiempo.

Como el amor, los sueños son un arma de doble filo: el comienzo de algo hermoso o de la perdición. Son como las opciones que da el embarcarse en búsqueda de un tesoro: se puede morir en el intento, se puede intentar en vano o se puede dar con el tesoro ¿Cúal es la opción correcta? Aquella que te hace decir "valió la pena el esfuerzo". La satisfacción muchas veces no está en el producto final, sino en el trayecto andado. Da igual si se muere, se vive o se logra un sueño, lo que importa es tener el valor de soñar.

Es muy fácil caerse, difícil es levantarse. Es muy fácil soñar una vez, difícil es hacerlo siempre.