jueves, febrero 10, 2005

El fin del mundo

Mi abuelita, siempre que escucha algun titular sórdido en las noticias, acostumbra decir: "Esto es fin de mundo". Puede que suene algo exagerado, pero... ¿Hasta qué punto es cierta dicha afirmación? Sin ánimos de ser fatalista, a veces siento que mi abuela no se equivoca. Pareciera que el mundo se acercara a su fin. Haciendo a un lado los terribles fenómenos naturales -cada día más comunes- que azotan nuestro planeta, hay motivos para pensar que la raza humana va camino al borde de su extinción. Un final creado por los mismos humanos. Una conclusión sellada con su propia estupidez...

Sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado a actos cada vez más terribles. Vemos a diario decenas de titulares sobre asesinatos, secuestros, guerras, atentados, pestes, desastres naturales y, al parecer, ya nada nos asombra. "Un padre viola a su pequeña hija y la mata", "Unos criminales decapitan a un señor después de robarlo", "Un camión explotó matando a cientos de personas"; son eventos nefastos que se han transformado en nuestro día a día. La televisión, los crímenes, las películas o quién sabe qué nos han insensibilizado. Nos hemos acostumbrado a vivir en guerra, a escuchar a diario miles de bajas y a seguir adelante... como si nada sucediera. Tal vez la indiferencia sea una de las tantas culpables de la decadencia de los seres humanos, aunque, en mi modesta opinión, la verdadera culpable sea la actitud de la gente.

Esa actitud de "nada me importa", el egoísmo acentuado y una especie de repulsión hacia el prójimo han minado los cimientos de la raza humana. Los únicos culpables somos nosotros mismos. Todos hemos permitido, de alguna forma, el haber llegado hasta este punto. Lo hemos aceptado con nuestro silencio frente a las atrocidades que se cometen a diario, con el egoísmo de sólo pensar en nuestros asuntos, pisando o dejando a un lado a los demás. En un mundo, donde nos acondicionan para ser cada día más fríos, más competitivos e insensibles, las cosas no podrían ir peor si nadie toma conciencia.

Cada día algo nos golpea más duro: tormentas por un lado, guerras por el otro, atentados por doquier, asesinatos brutales en cualquier sitio. Todo se vuelve al final un grito, un llamado para que nos demos cuenta. El ser humano no puede seguir viviendo así, no puede acostumbrarse a temer del prójimo, a vivir con miedo del hombre y de la naturaleza. Si bien nadie puede detener un huracán, un atentado o algún desastre, también es cierto que algo se puede y se debe hacer al respecto. No me refiero a sentir lastima. Tampoco a donar una ínfima suma de dinero para los "afectados". Me refiero a hacer algo realmente útil: educar. Comenzando por nosotros mismos, siguiendo por nuestros conocidos y familiares. Abrir los ojos y ver la realidad. Darnos cuenta que éste caos está en nuestras manos. Está en nosotros detenerlo.

El poder está en manos de pocos, es cierto, pero no olvidemos que esos pocos lo tienen gracias a nosotros. No olvidemos que los verdaderos cambios vienen de adentro. Que la familia es la célula de la sociedad y que la persona más pequeña puede cambiar el curso del universo. No se queden con las manos cruzadas, hagan algo. El mundo nos pertenece a cada uno de nosotros y si nosotros no lo salvamos, nadie lo hará.