lunes, marzo 13, 2006

¿Podrían renunciar?

¡Hola a todos!... Como muchos sabemos, hay personas que son extremadamente ordenadas con sus vidas; otras, al contrario, tienen una especie de cualidad especial para que todo en su día a día sea un desorden. Yo me incluyo en este último grupo de gente. Mi vida siempre ha sido un caos y cuando estoy grabando es peor. Entre ensayos, buscar locaciones, entrevistar actores y armar planes de rodaje han pasado la mitad de mis vacaciones y, probablemente, el resto de ellas. El horario a veces se vuelve asfixiante, los contratiempos están a la orden del día y el stress se vuelve tu compañero omnipresente. A pesar de todas estas cosas, cuando alguien me pregunta si me gusta lo que hago le respondo sonriendo: "Sip, no podría vivir de otra forma". Puede que sea el peor guionista y director de cine del mundo, es probable que como escritor me muera del hambre, lo cierto es que no podría vivir sin escribir y hacer cine. Amo lo que hago y si algún día tuviera que renunciar a ello... no sabría qué hacer con mi vida.

El famoso Bartleby y compañía -libro que cité en mi post pasado- plantea un dilema muy interesante. En esta obra Vila-Matas habla sobre los escritores que un día, sin motivo aparente, dejaron de escribir novelas ¿Algún razón para que ellos se alejaran del mundo de las letras?, muchísimas. Escritores que renuncian a escribir porque "ya todo está escrito", otro se cree un mueble, uno aprende ingles y se le complica la vida... en fin, hay decenas de casos y cada uno mas peculiar que otro. Lo que llama la atención de estos escritores llamados "Bartlebys" es que renunciaron a escribir deseando hacerlo vehemente.

Aunque las razones de los Bartlebys para huir de la escritura son muchas, la mayoría coincide en un mismo punto: todos aman la literatura y sienten que su obra no debe o merece ser escrita. No es cuestión de baja autoestima, mucho menos de poca confianza en si mismos; es algo que va más allá. Es tenerle tanto amor al género que se renuncia a él antes de entrar para no dañarlo. Si, al final, resulta que soy un fiasco como escritor, si mi obra no contribuye en nada a la humanidad, pero de igual forma se vende... ¿podría renunciar a ella por amor al género que me ayudó a vivir? Yo creo que sí. Siempre he pensado que la razón de ser de un escritor (y de cualquier profesión, desde ingeniero nuclear hasta barrendero) es ayudar a la gente. El día que mis letras y mis películas no ayuden a nadie, por más amor que le tenga a mi trabajo, desapareceré como un Bartleby. Dejaré de escribir por amor a la misma escritura y me sumiré en un eterno silencio por el bien de todos.

Este dilema no sólo se limita a los escritores o artistas, todo el mundo se ha visto en él alguna vez. Más de uno habrá conseguido el trabajo perfecto en una empresa que roba... ¿sería moralmente justo seguir con tu amado trabajo en una situación así? Sin ir muy lejos... ¿vale la pena amar a tu pareja, pero mantener una relación que no es debida o les hace daño? Podría cita muchos ejemplos, pero creo que ya captaron mi idea... ¿Es posible renunciar por amor a lo que se ama?, esa es una de las grandes preguntas que encierra Bartleby y compañía y, haciendo a un lado la ficción, nuestra vida. Y ustedes... ¿podrían renunciar?