lunes, abril 14, 2014

El fin de semana más oscuro de mi vida + Sabiduría Holmesiana #2

Pocas veces pensamos en lo esencial que son los sentidos para nosotros. A menos que algo suceda con nuestra vista, casi nunca nos paseamos por esa clase de preguntas incómodas como ¿qué pasaría si me quedo ciego? Parafraseando un poema de Piquero, cuando llegan esas reflexiones es mejor alzar la copa y brindar para olvidarnos de eso repitiendo como un mantra esas cosas les pasan a otros, no a mí. 

Desde hace años tengo problemas con la vista, a los 17 me salió una lechina dentro de un ojo (sí, dentro del ojo) lo que hizo que mi fotosensibilidad se acentuara. ¿El resultado?, un ojo parcialmente gris y la condena de usar lentes de sol todo el día hasta que el sol se oculta. Al principio te hace sentir cool, luego se vuelve parte de tu estilo y al final te lamentas no poder vivir ciertas cosas como ver a la chica que amas sin un filtro delante de tus ojos en plena puesta de sol. A pesar de esta tensa convivencia perenne con la vista, siempre me digo que nada más puede sucederme a mí. 

Comenzó hace una semana atrás. Tenía días sintiendo algo dentro de mi ojo. Una molestia, algo que no me permitía enfocar bien. Se lo achaqué al exceso de trabajo, pocas horas de sueño y todas las bombas lacrimógenas que han lanzado por Chacao (como muchos sabrán, todas las noches desde hace semanas los manifestantes se pelean con la GNB trayendo como consecuencia destrozos en el Municipio y decenas de bombas que respiramos los habitantes de gratis). Los días pasaron y mi ojo sólo empeoró.

El viernes pasado decidí ir de emergencia al oftalmólogo. Luego de una expresión severa y mis testículos subiendo a mi garganta me dio el veredicto: gracias a las bombas lacrimógenas estoy perdiendo las células de la cornea (más de un ojo que de otro). El doctor me dijo que se regeneran, que el problema es si no me cuido porque podrían afectar la retina y ahí si el cuento es dramático y no estaría escribiendo este post. Debo acotar que las bombas que lanzan son cerca de mi casa, repito, cerca porque no puedo imaginarme qué sería de mí si fuese literalmente en mi calle.

El diagnóstico se materializó en un fin de semana con los ojos cerrados por completo, en cama, en la oscuridad total. Desde el viernes en la tarde hasta el lunes a las 9am. Lo que muchos tomarían como una cura de sueño o unas vacaciones ideales, para mi fueron una pesadilla. Tres días sin leer. Sin ver películas. Sin escribir. Sin salir del cuarto. Sin videojuegos. Sin ver a nadie. Sin editar. Sin estudiar. Entendí porque ciertos prisioneros pierden la cordura cuando los mandan a la celda de aislamiento. Intenté escuchar música, pero después de 4 discos comienzas a desesperarte. Probé con los audiolibros y descubrí que todos son una mentira (al menos con los que me topé, más allá de estar mal actuados y musicalizados, no se parecen en nada al texto original, son como una especie de versión radio novela de la obra). El tiempo pasó lento, a cuenta gotas hasta llegar al día de hoy.

El oftalmólogo me encontró mejor, a pesar de eso sigo perdiendo células. Me mandó gotas por varios meses (y cada 4 horas), trabajar menos, dormir más y que mi recuperación igual está sujeta al flujo de bombas lacrimógenas por mi zona. En un mes tengo chequeo, pero ya hoy puedo abrir los ojos, escribir y leer lo cual me hace sentir completamente libre. Hoy tecleo estas líneas feliz de que sean una anécdota de un terrible fin de semana y no de una realidad sostenida. Pienso en Borges mientras perdía la vista y se me hiela la sangre, ¿cómo demonios hizo para sobrevivir? Le leían. Dictaba sus cuentos. Pero sólo pensar en que mi encierro podría durar más de un fin de semana me arrastraba a la peor de las locuras. Si antes amaba a Borges, hoy lo amo y respeto el doble. Escribo estas líneas para mí porque sé que nadie me lee y para reafirmar que, definitivamente, nunca se sabe lo mucho que necesitamos ciertas cosas hasta que no las tenemos.

Me despido con una frase de Sherlock que cuando leí hace meses atrás me hizo pensar en "joer, soy así"... pero cuando literalmente estuve un fin de semana inutilizado entendí el peso de la misma porque la viví en carne propia.

"Mi mente se rebela contra el estancamiento. Déme problemas, déme trabajo, déme el criptograma más abstruso o el análisis más intrincado, y me sentiré en mi ambiente. Entonces podré prescindir de estímulos artificiales. Me horroriza la aburrida rutina de la existencia. Tengo ansias de exaltación mental. Por eso elegí mi profesión (...) Dejar que el cerebro funcione sin tener material suficiente para trabajar es como poner a toda marcha un motor: acaba haciéndose pedazos"
Sherlock Holmes - Sir Arthur Conan Doyle