martes, agosto 09, 2005

La amistad, los noviazgos y otros títulos

Por vez número mil, tarde pero seguro, he vuelto. Después de haber pasado por un par de celebraciones pos-cumpleaños y una semana llena de bodas, aquí estoy. En tiempo de ausencia he conseguido un par de temas para hablar, entre ellos, están los "títulos" del noviazgo y el matrimonio.

Cuando analizamos en frío la conducta humana, podemos ver que todas las relaciones y demás "compromisos" están basados en actos meramente simbólicos. Empezando por el dinero, pasando por la amistad y terminando en el matrimonio; todo en esta vida es netamente representativo. Tú casa te pertenece sólo porque un "papel" así lo dice, lo mismo con el "título" de estudiante cuando te gradúas y ni hablar de la cedula de identidad. Nacemos y lo primero que hacen es sacarnos la partida de nacimiento; de igual forma, al morir, inclusive, antes de enterrar alguien, primero se debe sacar la bendita acta de defunción. Como podrán ver, no hay que ser muy erudito para darse cuenta que todo en esta vida empieza y termina con un papel... si hablamos en el marco legal, claro está.

Alejándonos un poco del ámbito del "papel", todas las relaciones básicas de los seres humanos -véase la amistad, el noviazgo y el matrimonio- están basadas en promesas, en contratos simbólicos que se firman mediante la palabra y sólo se hacen validos con las acciones. El problema radica en que hemos puesto el título por encima de la actitud; todo gracias a esa necesidad enfermiza de los humanos por poseer; por ese deseo malsano de poder usar el adjetivo posesivo "mío" antes del título que se le asigne a un ser querido. Es precisamente el bendito "título" el que daña las relaciones y corrompe los cimientos de lo único que es puro en los seres humanos: los sentimientos.

Dos personas pueden amarse hasta la medula, caminar agarrados de manos, imaginar una vida juntos, pero aún así no son nada hasta que alguno de los dos pronuncie las palabras mágicas: ¿Quieres ser mi novia? -y cito el ejemplo en femenino por ese cliché barato de que el chico debe hacer siempre la famosa propuesta-. ¿Acaso el título de novios es realmente necesario para que dos personas se amen y sean felices?, no lo creo. Además, el problema no radica en si se otorga o no un título a una relación, total, ser novios es una actitud; la cuestión está en que, la mayoría de las veces, le dejamos todo al título. Sin ir muy lejos, todos nos hemos dado cuenta como al principio de una relación las dos personas dan lo mejor de si, basta que sean novios, que todo se "consolide", para que bajen la guardia y dejen el romance a un lado.

Sin darnos cuenta, en la mayoría de las relaciones, le hemos dejado todo al título. Una vez que obtenemos el tan preciado adjetivo posesivo sobre nuestros seres queridos, nos olvidamos de ellos dando por sentado que "el ya sabe que es mi amigo y que lo quiero". El peor de los casos es cuando se mantienen las relaciones por el famoso titulito; esas típicas historias de "llevo varios años con mi novio y ya no puedo dejarlo". Aún más nefastas son esas amistades que duran años por costumbre, más que por méritos.

No sigamos viviendo entre títulos, empecemos a portarnos como amigos y novios de verdad. Recordemos que todo en esta vida, más allá del compromiso, es cuestión de actitud. Seamos merecedores de los títulos que nos han otorgado y, lo más importante, correspondamos el cariño y las responsabilidades que acarrea el ser amigo o pareja de alguien.

"El poseer no existe, existe solamente ser" Franz Kafka