viernes, marzo 20, 2009

5 pensamientos

¡Hola a todos! En los últimos meses he descubierto un par de verdades que quisiera compartir con ustedes:

1) La vida de adulto está sobre-valorada: nada como una adolescencia infinita y las comodidades que ella conlleva (vivir de los padres con un crédito casi ilimitado, pocas responsabilidades, mucho tiempo libre y una vida tan intensa como la de un poeta).

2) La rutina es algo tan absorbente e invisible como el sueño: uno sabe que tiene sueño y de pronto está dormido; uno comienza a sospechar que vive una eterna rutina cuando está inmerso en ella.

3) Es tan fácil acercarse a los sueños como alejarse de ellos: una dualidad aterradora y divina, todo depende del lado en el que se esté (y las ganas de querer cambiarlo).

4) Nada debería ser más importante que nuestra formación invisible: casi todos llevamos una doble vida. Nuestra carrera no es aquella que finaliza en la universidad, la verdadera formación es invisible e infinita. Por lo general, la mayoría de nosotros es un experto en algo que jamás ha notado (véase, por ejemplo, al médico que ha leído más literatura que cualquier profesor o al físico nuclear que cocina mejor que cualquier chef). Si alguno de nosotros perdiera su doble identidad sufriría tanto como si ya no tuviese la principal.

5) Nada es infinito: las relaciones se acaban, los amigos se mudan, la gente se muere, los trabajos desaparecen. Lastimosamente, no todo "fin" implica un "comienzo".