sábado, marzo 19, 2005

Vivir... ¿Obligación o derecho?

¡Por fin! Después de casi 2 meses de ausencia, estoy de vuelta. Antes que nada, pido disculpas a mis lectores por no poder actualizar el blog en tanto tiempo. Entre la falta de tiempo e inspiración sumado al ajetreo de la universidad me olvidé casi por completo, de éste, mi pequeño rincón. En toda esta ausencia he tenido miles de ideas para cientos de posts; así que seguro no me perderé de nuevo, o al menos no por un buen rato. Sin más que decir, los dejo con una reflexión que empecé hace más de un mes...

El mes pasado, gracias a mi querida prima Alejandra, pude ver "Mar adentro" el último film de Alejandro Amenábar. La película trata el controversial tema de la eutanasia a través de la historia de Ramón Sampedro, un marinero que, después de darle la vuelta al mundo, quedó tetrapléjico en un accidente. Sampedro fue el primer gallego en pedir públicamente una "muerte asistida" y luchó hasta su último aliento de vida por ello. Haciendo a un lado la excelente fotografía, la impecable dirección y la conmovedora banda sonora del largometraje; vale la pena ir a verla por la forma en que se aborda el tema de la vida y la muerte.

¿Hasta qué punto vale la pena vivir? Para muchos moralistas y optimistas "siempre hay que luchar por la vida" pero... ¿Qué clase de vida puede tener una persona conectada a decenas de aparatos y que nunca volverá a moverse? Y qué pasaría si esa persona fuese un famoso deportista que dedicó su vida entera a jugar; un ser humano que descubrió ese sentimiento de estar realmente vivo detrás de una pelota en un campo de fútbol. ¿No sería quitarle la vida el dejarlo "vivo"? Muchos sostienen que el suicidio es para cobardes, que es una solución temporal para un problema permanente, pero si una persona pierde por completo el sentido de su vida ¿Es justo obligarlo a vivir?

Ningún familiar, iglesia, país o ley en este mundo debería obligar a alguien a vivir, sobre todo ignorando el significado de la vida para esa persona. Desde que nacemos, lo primero que obtenemos es aquello que en la biblia llaman "libre albedrío". Esta especie de "propiedad" sobre nuestra vida es lo único que siempre se tiene y es absurdo que se nos quite cuando queramos ejercer el "derecho" de hacer con nuestra vida lo que sea. Es egoísta que muchas familias prefieran ver a un ser querido encerrado en un cuerpo incapaz de moverse o expresarse, conectado a decenas de aparatos, sólo por el hecho de "tenerlo allí". Es injusto que no se acepte la eutanasia en muchos países; todavía más inaudito que se le niegue una muerte digna a un tetrapléjico y que este tenga que disponer de su vida a oscuras, como si fuese un criminal.

Cuando nacemos, nadie nos pregunta si queremos venir aquí. Prácticamente somos arrastrados a este mundo lleno de dolor y sufrimiento sin nuestro consentimiento. Es absurdo que, cuando queramos salir de este caos, se nos pongan cientos de trabas y cuestionamientos sin sentido. Después de todo, ¿qué crimen es más abominable?: obligar a alguien a vivir una vida sin sentido o el concederle una muerte con dignidad.