miércoles, diciembre 21, 2005

Sobre el valor de las cosas...

"¿Vale más la niñera o el cargador de bolsas de carbón? ¿Es menos preciosa la fregona que ha traído al mundo ocho hijos que el abogado que ha ganado cien mil libras? Es inútil hacer tales preguntas; nadie puede contestarlas. El valor comparativo de fregonas y abogados cambia de lustro en lustro, y no tenemos varas para medirlos aún en el presente. Qué estupidez la mía al esperar que mi profesor me suministrara `pruebas irrefutables´. Aunque fuera posible establecer el valor de un don particular en determinado momento, eso valores cambiarán; en el decurso de cien años es muy posible que hayan cambiado totalmente."
Un cuarto propio,
Virginia Woolf

miércoles, diciembre 07, 2005

Reflexión de la semana: 7/12/05

¡Hola a todos! Tenía mucho tiempo sin saludarlos directamente. Ya pasó el cortometraje, también el evento y cientos de cosas que no vienen al caso nombrar. No crean que sólo me perdí del blog, también me desaparecí de la universidad y del mundo en general. Hasta hace un par de días estuve súper ocupado con varios cursos y siendo asistente de un par de cineastas en el festival de cine en el que participó mi corto. Como podrán imaginarse, aprendí muchísimo en esa semana que duró el evento y salí súper inspirado a escribir. Justo ahora estoy trabajando en un par de guiones: uno lo pienso filmar entre diciembre y enero, el otro lo quiero tener bajo la manga a ver si alguien se anima a financiarlo. De momento no he tenido tiempo de escribir ningún ensayo decente, así que por hoy, me limito a poner una cita. Espero que la próxima vez que nos veamos tenga algo interesante que decir o al menos no perderme por tanto tiempo.

"Grandes masas de gente nunca son responsables de lo que hacen. Obran bajo el imperio de instintos que no pueden controlar. También ellos, los patriarcas, los profesores, tienen que luchar con infinitas dificultades, infinitos estorbos. De algún modo su educación era tan deficiente como la mía. Había engendrado en ellos fallas no menos grandes. Es verdad que tenían dinero y poder, pero a costa de hospedar en su pecho un águila, un buitre, que no cesaba de arrancarles el hígado y de sacarles de raíz los pulmones; el instinto de posesión, la furia adquisitiva que los impulsa a codiciar infinitamente los campos y los bienes ajenos, a dibujar fronteras y banderas, a fabricar barcos de guerra y gases tóxicos, a ofrecer sus vidas y las de sus hijos. Pasen ustedes bajo el Arco del Almirantazgo (yo había llegado a ese monumento) o alguna otra avenida dedicada a trofeos y a cañones, y piensen en la clase de gloria que se celebra ahí. O miren en el día de sol al corredor de bolsa y al procurador metidos en su casa para ganar dinero y más dinero, cuando se sabe que 500 libras al año lo mantienen a uno vivo en el sol. Qué desagradable es tener que mantener esos instintos, reflexioné."

Virginia Woolf,
Un cuarto propio

sábado, noviembre 19, 2005

Sobre el poder...

"Es absurdo, pensé, recorriendo el diario de la tarde, que esté enojado un hombre con tanto poder. ¿O es el enojo acaso, pensé, el familiar, el demonio subalterno del poder? La gente rica, por ejemplo, suele estar enojada porque sospecha que los pobres quieren apoderarse de su dinero. Los profesores, o patriarcas, como sería más exacto decirles, tal vez estén un poco enojados por eso, pero también por otras razones un poco menos públicas. Es muy posible que no estén `enojados´; con frecuencia son admirados, devotos ejemplares en las relaciones la vida privada. Es muy posible que si el profesor recalcaba con algún énfasis la inferioridad de la mujer, le interesaba menos esa inferioridad que su propia superioridad. Eso es lo que él estaba protegiendo de modo atolondrado y a gritos, porque para él era una joya de gran valor. Para ambos sexos la vida es ardua, difícil, una lucha perpetua. Exige coraje y fuerza gigantesca. Más que nada, criaturas de ilusión como somos, exige confianza en sí mismo. Sin esa confianza somos niños en la cuna. ¿Y cómo elaborar con más rapidez esa imponderable calidad, que sin embargo, es tan preciosa? ¿Pensando que los demás valen menos que uno? Pensando que uno tiene una innata superioridad sobre los demás: dinero, o rango, o la nariz recta, o el óleo de un abuelo por Rommey; porque los artificios patéticos de la imaginación del hombre no tienen fin. De ahí para un patriarca que debe conquistar y gobernar, la importancia enorme de sentir que muchísima gente -medio género humano en verdad- es por naturaleza inferior a él."

Virginia Woolf, Un cuarto propio

lunes, noviembre 14, 2005

Reflexión de la semana: 14/11/05

"Este discurso interno; es un subproducto de toda esa terapia que he recibido de Tom. Insistía en las verdades elementales: aún no estás muriéndote, tienes que vivir la vida hasta que lo estés. Por debajo de esto se hallaba la creencia de que la macabra realidad de la muerte inminente puede ser exorcizada de boquilla si uno se esfuerza por invertir en la presente realidad de la vida. No creía en ello en ese momento, pero ahora sí. Por definición, tienes que vivir hasta que te mueres. Mejor hacer que esa vida sea una experiencia tan completa y gozosa como sea posible, por si la muerte es una mierda, lo cual sospecho que es el caso."

Irvine Welsh, Trainspotting

jueves, noviembre 03, 2005

La sociedad y la vida en Trainspotting

¡Hola por vez número mil a todos! Como podrán imaginarse, ya terminé mi cortometraje. Ayer lo inscribí formalmente en el concurso, ahora sólo es cuestión de tiempo -3 semanas y media- para saber si quedé preseleccionado y así entrar "legalmente" a concursar. Apenas estoy tomándome un respiro de tanto trabajo así que, de momento, no tengo ningún post terminado. Pensaba sentarme a escribir pero decidí hacer una pequeña reflexión sobre una cita de Trainspotting, la novela que estoy leyendo.

Toda la vida he sostenido una postura, digamos, un poco radical en contra de la sociedad, la iglesia y todas las instituciones que forman aquello que muchos llaman "realidad". No soy nihilista, ni anarquista, mucho menos ateo, pero no puedo evitar estar en desacuerdo con toda la basura que se ha creado para obligarnos a pensar y actuar de cierta forma. Odio que la iglesia, los gobiernos y la gente nos impongan cánones obsoletos y sin sentido sólo para mantenernos bajo control... bajo su control. La vida es una sola, la sociedad, en cambio, es casi eterna. Es verdad que las sociedades y los gobiernos caen, pero también es cierto que tarde o temprano terminan renaciendo en algo, muchas veces, peor a lo que antes eran. La evolución existe, pero sólo dentro de nosotros, únicamente en nosotros. No hay que salir a quemar cauchos e iglesias para arreglar las cosas; buscar aprobación en otras personas es inútil también. Esta vida es una sola, y lo único que nos debe importar es estar bien con la sociedad que regimos nosotros mismos: la de nuestra mente y nuestro corazón. Sólo si nuestra pequeña sociedad interna funciona podremos arreglar el caos de nuestra "realidad".

"La sociedad inventa una lógica falsa y retorcida para absorber y canalizar el comportamiento de la gente cuyo comportamiento está fuera de los cánones mayoritarios. Supongamos que conoces todos los pros y los contras, sabes que vas a tener una vida corta, estás en posesión de tus facultades mentales, etcétera, etcétera, pero sigues queriendo utilizar el caballo -heroína-. No te dejarán hacerlo. No te dejarán hacerlo, porque lo verían como una señal de su propio fracaso. El hecho de que simplemente elijas rechazar lo que tienen para ofrecerte Elígenos a nosotros. Elige la vida. Elige pagar hipotecas; elige lavadoras; elige coches; elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura. Elige pudrirte en vida, meándote y cagándote en una residencia, convertido en una puta verguenza total para los niñatos egoístas y hechos polvos que has traído al mundo. Elige la vida.

Pues bien, yo elijo no elegir la vida. Si los muy cabrones no pueden soportarlo, ése es su puto problema. Como dijo Harry Lauder, sólo pretendo continuar así hasta el final del camino..."

Irvine Welsh
, Trainspotting


lunes, octubre 24, 2005

Reflexión de la semana: 24/10

¡Hola a todos! Espero que estén bien y que todavía se acuerden de mí. Me desaparecí por una semana y algo más, pero les traigo buenas noticias. Primero que nada ya terminé de filmar el cortometraje, llevo toda esta semana trabajando en la edición que es, es definitivamente, lo que quita más tiempo. Todo está saliendo muy bien, demasiado, me atrevo a decir. Salvo un par de detalles que faltan por corregir, el cortometraje está más que listo; así que muy pronto estaré de vuelta. Esta semana terminaré los detalles que faltan y ya podré escribirles a toda máquina acá. De momento me despido con otro pensamiento, espero que el último por un buen tiempo...

“… la pregunta se las traía, porque en efecto era una pregunta inocente como ella sola pero, también precisamente por eso, extremadamente peligrosa, pues revelaba que Victoria se interesaba por mí, y eso convertía a la pregunta en algo tan grande como un toro alado; una pregunta con pies y cabeza, alas y rabo, y orejas que cortar, es decir, algo muy parecido al amor, que es también en el fondo una gran pregunta y algo tan directo e ingenuo como extremadamente peligroso”

Enrique Vila-Matas, Suicidios ejemplares

martes, octubre 11, 2005

Reflexión de la semana: Sobre el amor...

¡Hola a todos! Como se podrán imaginar, el cortometraje me tiene ocupadísimo. Sólo me quedan dos semanas para terminarlo así que en 14 días, quiéranlo o no, estaré de vuelta a toda máquina. Empecé la universidad la semana pasada así que las cosas se me complican como no tienen idea: salgo de la uni directo a grabar y al final del día no me quedan fuerzas ni para dormir. Aunque estoy agotado, entre más me acerco a la fecha tope más ganas le pongo a este asunto del corto y algo dentro de mí me dice que todo saldrá mucho mejor de lo que espero. En mis ratos "libres" en la universidad he escrito un par de cosas: empecé un guión nuevo y un par de ensayos que cuando tenga un tiempito terminaré y los pondré acá para ustedes. Sin más que decir, los dejo con la reflexión de la semana y espero que mi próximo post sea algo de mi autoría.

“Yo creo que Fernando se enamoró deliberadamente de ese tipo de amor que nos hace pasarlo muy mal porque lo guardamos en secreto y nunca somos (y estamos seguro de que nunca lo seremos) correspondidos, lo cual en el fondo es todo un alivio, porque es terrible que te quieran…”
Enrique Vila-Matas, Suicidios ejemplares

sábado, octubre 01, 2005

¿Quién jala el gatillo?

¡Hola a todos! Aunque estoy en pleno rodaje del cortometraje y cada vez tengo menos tiempo para mí, decidí hacer un esfuerzo sobrenatural para terminar el post que tenía desde hace semanas pendiente. Ya saben que no me gusta vivir de puras citas y, en teoría, tengo este blog para obligarme a mí mismo a escribir algo decente al menos una vez por semana; por todo esto mi remordimiento de conciencia no me dejó dormir y me obligó a sentarme acá a terminar lo que empecé días atrás...

Como todos sabemos, las relaciones humanas son complejas y nosotros las hacemos aún más difíciles. Desde amigos hasta novios; cada vez que dos personas se juntan siempre existe una especie de ligamento -a veces extraño, otras no- que las mantiene unidas. La esencia del mismo puede ser cualquier cosa. Todos hemos visto como sentimientos tan dispares como el amor y el odio pueden unir a dos personas; esos casos donde la chica es perfecta y, por alguna extraña razón, no se separa del chico que le monta cachos y barre el piso con ella. Sería inútil buscarle un por qué a esas relaciones: su explicación está en un nivel sentimental que no entiende lógica.

Para nadie es un secreto que somos, en mayor o menor medida, egoístas por naturaleza; dicha afirmación es un hecho totalmente comprensible por ese instinto de protección que tenemos, eso que nos frena a dar mucho y ponernos en peligro de ser heridos. Cuando nos enamoramos -con todo nuestro corazón, mente y alma- el egoísmo desaparece; nos quedamos sin barreras ni defensas y, justo en ese instante, nos convertimos en los seres más vulnerables sobre el planeta.

El problema reside en que, de un tiempo para acá -y no soy el único que lo dice-, las relaciones entre las personas, sobre todo del tipo amoroso, se han vuelto más difíciles de lo que eran antes. ¿Razones aparentes?, podría citar decenas. Las más sonadas serían la falta de compromiso -actitud que está en boga últimamente-, el miedo a ser herido o dar demasiado y, la favorita de todos, la desconfianza por el género masculino o femenino -depende del caso, claro está-.

"Todos los hombres son unos perros y todas las mujeres son unas regaladas", se han vuelto frases habituales en nuestro día a día ¿Por qué tanta desconfianza hacia el sexo opuesto? Cuando dos personas establecen una relación, por cientos de factores internos y externos, siempre tienden, en algún punto, a hacerse daño. El problema viene en que últimamente la gente se está haciendo más daño que antes. Las relaciones se han vuelto una especie de guerra: mi pareja me hace la vida de cuadritos pero yo se la hago peor; es como una prueba de resistencia y aquel que sufra menos -o que pisotee más al otro- es el que gana.

Luego de esa batalla campal, el derrotado -a veces sin siquiera tomarse un tiempo para recuperar energías- entabla otra relación... otra guerra que sin duda alguna va a ganar. Ese soldado herido, una vez que ha sido pisado e insensibilizado, tiene como siguiente objetivo pisar y destruir a alguien, repetir esa conducta, esa estrategia con la que lo hundieron; sólo así el derrotado puede sonreír de nuevo, vengándose de un inocente -o de otro combatiente-, alimentando ese circulo de guerras sustentadas bajo el axioma de "Si te hicieron sufrir, tienes derecho a hacer sufrir" ¿Es que acaso el dolor nos da licencia para destrozar a otros?

¿Qué ganamos con esa malsana competencia de ver quién resiste más? La seducción no queda atrás, ha pasado de ser el arte de conquistar a otra persona ha convertirse en una especie de subasta donde los concursantes, en vez de dar su mejor apuesta, se atacan dando demostraciones cada vez más fuertes sólo para intimidar a su competidor; así, en esa constante lucha dejan de seducirse entre sonrisas para hacerlo con apuestas obscenas, carentes de cualquier sentido, todo con el único fin de "ver qué puede pasar" -otro modismo que no puede omitirse en nuestra jerga diaria-.

Todos hemos sufrido en esta vida. Cada uno de nosotros ha sido dañado en algún punto; puede que unos más que otros, pero nadie, lastimosamente, puede escapar de sufrir en este mundo. El problema es que el dolor no nos da derecho a destruir la vida de otra persona. El ser engañado no me da permiso a engañar a otros; si te hieren y tú respondes dañando a otra persona... ¿cómo pretendes detener este círculo vicioso de dolor en el que todos estamos metidos? Si una vez alguien fulminó tu corazón aniquilándote por completo... ¿serías capaz de jalar el gatillo y destrozar a alguien? Si seguimos dañando a la gente, jalando el gatillo a diestra y siniestra, nada en este mundo va a mejorar, al contrario, nos sumiremos en una guerra que terminará destruyendo lo más bello que tenemos: el amor.

viernes, septiembre 23, 2005

Viviendo de citas...

¡Hola a todos! Quisiera poder traerles buenas noticias, me encantaría escribir varios post que desde hace meses tengo pendientes pero no puedo. Por primera vez siento que todo con el cortometraje va excelente, los miles de problemas que me agobiaban se han esfumado -o desaparecido temporalmente-. Esta buena racha me ha ayudado a organziar unas cuantas cosas en las que he invertido mucho tiempo. Tuve que reescribir todo el guión en 24 horas y hasta hace un par de horas atrás estaba corriendo con los últimos detalles. Sólo puedo decirles que ya empecé a filmar -legalmente hablando- y que todo va viento en popa. De seguir las cosas así de bien es probable que me tengan de regreso acá más rápido de lo que piensan.

De momento les dejo otra reflexión para mantener vivo el espacio y así no perder la costumbre de escribir acá. Espero que les guste...

"Pero nadie puede hacer nada contra los sentimientos, ahí están y escapan a cualquier censura. Uno puede reprocharse tal acto, tal palabra pronunciada, pero no puede reprocharse un sentimiento, simplemente porque no tiene poder alguno sobre él"
La lentitud,
Milan Kundera

viernes, septiembre 16, 2005

Reflexión de la semana: la soledad...

Intentando mantener vivo este espacio, hoy les traigo otra pequeña frase de alguna novela. Aunque ayer escribí un buen rato no pude terminar el post que llevo rato pendiente, de hecho, escribía otro que no tenía nada que ver... siempre me sucede, comienzo queriendo escribir sobre "el amor" -por citar un ejemplo- y termino cambiando el tema a "crímenes políticos en Siberia". De igual forma, el par de temas que escribí ayer más tarde que temprano aparecerán acá.

Espero que para la semana que viene ya pueda publicar algo mío; en teoría esa semana empezaré a grabar -si Dios quiere- y si el corre corre me lo permite, terminare algún post que tengo pendiente. De momento me despido con una reflexión muy interesante sobre mi tema favorito: la soledad. Unos le temen, otros la disfrutan, unos cuantos la necesitan; sea cual sea la tendencia de la persona, admítalo o no, a nadie le gusta estar solo y aunque muchos vivan así: todos en mayor o menor medida le tememos a la soledad.

“Nadie obtiene nada que no haya estado persiguiendo, y yo había ido a ese manicomio precisamente buscando la confirmación de una gran sospecha: la de que la soledad es imposible, pues está poblada de fantasmas.”
Suicidios ejemplares,
Enrique Vila-Matas

lunes, septiembre 12, 2005

Todavía vivo...

¡Hola a todos!, por vez número mil, me disculpo por no publicar nada. Siempre tengo una excusa por mis ausencias, esta vez es la más valida que he dado en mi vida. Pasé una semana ausente filmando mi primer cortometraje -del cual soy director y guionista-. Éste ha sido un trabajo muy difícil y súper esclavizante. Estuve varios días terminando el guión -que, por cierto, es el primero que he escrito en mi vida- y pase 48 horas sin dormir en la pre-producción de todo el asunto. Aún así el trabajo se me ha hecho "ligero" porque estoy dirigiéndolo y produciéndolo con mis mejores amigos, los cuales se han portado excelentes en todo y, en pocas palabras, han sido el mejor equipo de trabajo que he tenido en mi vida. Sin embargo, no todo ha salido color de rosa, por problemas "técnicos" tuvimos que empezar de cero y después de muchos cambios -empezando por cambiar todos los actores y locaciones- volveremos a grabar la semana de arriba.

Excluyendo el trabajo, mi salud va de mal en peor. Primero me torcí el pie -en una circunstancia muy tonta-, tengo un esguince de segundo grado lo cual me dejo una semana en cama y ahora me tiene un poco "limitado". Por si fuera poco, pasé un par de días con fiebre, dolor de cabeza y huesos insoportable; los exámenes de sangre arrojaron que tengo dengue. En pocas palabras: entre el pie, el dengue, el stress del cortometraje y mis ánimos por el suelo, no he escrito mucho que digamos. Además, pienso borrar mi computadora y arreglar todos mis archivos me ha llevado semanas. Podría enumerar otros factores que me han mantenido alejado de acá pero estoy seguro que ninguno de ustedes entra aquí a leer detalles de la tragicomedia que llevo por vida.

Quería volver con un ensayo que llevaba rato escribiendo, por los factores antes mencionados tendré que dejarlo para la próxima. Sólo para revivir el espacio y obligarme a mi mismo a escribir he decidido dejarles un fragmento de una novela. Prometo volver pronto o al menos seguir alimentando mi blog de alguna forma; no duden en pasar, al menos, una vez por semana a saludarme.

“Y así, el pasado no es algo cristalizado, como algunos suponen, sino una configuración que va cambiando a medida que avanza nuestra existencia y alcanza su sentido verdadero en el instante en que morimos, cuando ya para siempre quedará petrificado”
Abaddón el exterminador, Ernesto Sabato,

domingo, agosto 14, 2005

¿Quiénes somos?

Todos, en algún punto de nuestra vida, nos hemos preguntando quiénes somos en realidad. Muchos podrían responder que se conocen a la perfección, otros darían un concepto relativamente "acertado" sobre sí mismos, pero... ¿hasta qué punto llegamos a conocernos? Los humanos somos los seres más contradictorios que existen sobre la faz de la tierra; podemos matar por amor, crear a partir del odio y realizar miles de acciones totalmente paradójicas desde cualquier punto de vista. Muchas veces no entendemos qué hacemos, simplemente lo "sentimos" -en parte, por eso siempre sostengo que los sentimientos son la única verdad de los seres humanos.

Partiendo de la tesis de que los sentimientos son nuestra verdad, ¿realmente somos lo que podemos llegar a sentir? Un asesino puede dejar serlo por amar a alguien; de igual forma, un alma "noble y pura" puede convertirse en el peor de los criminales, cegado por los celos y la locura del amor. Me atrevería a decir que vamos por la vida como marionetas, actuando por sentimientos que nos mueven pero nunca llegamos a comprender ¿Qué demonios son nuestros impulsos?, nadie podría explicarlos. ¿Cómo explicar el amor? ¿Qué descripción podría abarcar al odio?, ninguna. Son como una reacción química que entendemos, analizamos, pero no podemos controlar de ninguna forma. Nadie, por más erudito que sea puede dejar de sentir.

Si los sentimientos nos impulsan y el cerebro nos controla: ¿cuál parte es la que tiene más influencia en nosotros? Muchas personas son consideradas cerebrales, otras sentimentales, no obstante, nadie puede determinar como alguien actuará en una determinada situación. Más de una vez hemos visto como la persona que considerábamos súper cerebral termina perdidamente enamorada y cometiendo locuras; lo mismo sucede con esos sentimentalistas que terminan actuando de la forma más fría posible. Todos estamos sometidos al lente de los sentimientos y sólo a través de ese lente podemos ver quienes somos realmente y lo que somos capaces de hacer.

¿Estamos atados a nuestros sentimientos?, para bien o para mal, diría que si; lo que no están atadas son nuestras acciones. El ser humano es movido por la lógica y las pasiones -dos fuerzas en constante contradicción, vale la pena acotar-, ambas puedes ordenar lo que sea pero sólo el corazón -esa parte sabia de nuestro cuerpo, aquella donde reside el alma- es la que tiene la última palabra de nuestras acciones. Él determina lo que somos, y aún más importantes, lo que podemos llegar a ser.

martes, agosto 09, 2005

La amistad, los noviazgos y otros títulos

Por vez número mil, tarde pero seguro, he vuelto. Después de haber pasado por un par de celebraciones pos-cumpleaños y una semana llena de bodas, aquí estoy. En tiempo de ausencia he conseguido un par de temas para hablar, entre ellos, están los "títulos" del noviazgo y el matrimonio.

Cuando analizamos en frío la conducta humana, podemos ver que todas las relaciones y demás "compromisos" están basados en actos meramente simbólicos. Empezando por el dinero, pasando por la amistad y terminando en el matrimonio; todo en esta vida es netamente representativo. Tú casa te pertenece sólo porque un "papel" así lo dice, lo mismo con el "título" de estudiante cuando te gradúas y ni hablar de la cedula de identidad. Nacemos y lo primero que hacen es sacarnos la partida de nacimiento; de igual forma, al morir, inclusive, antes de enterrar alguien, primero se debe sacar la bendita acta de defunción. Como podrán ver, no hay que ser muy erudito para darse cuenta que todo en esta vida empieza y termina con un papel... si hablamos en el marco legal, claro está.

Alejándonos un poco del ámbito del "papel", todas las relaciones básicas de los seres humanos -véase la amistad, el noviazgo y el matrimonio- están basadas en promesas, en contratos simbólicos que se firman mediante la palabra y sólo se hacen validos con las acciones. El problema radica en que hemos puesto el título por encima de la actitud; todo gracias a esa necesidad enfermiza de los humanos por poseer; por ese deseo malsano de poder usar el adjetivo posesivo "mío" antes del título que se le asigne a un ser querido. Es precisamente el bendito "título" el que daña las relaciones y corrompe los cimientos de lo único que es puro en los seres humanos: los sentimientos.

Dos personas pueden amarse hasta la medula, caminar agarrados de manos, imaginar una vida juntos, pero aún así no son nada hasta que alguno de los dos pronuncie las palabras mágicas: ¿Quieres ser mi novia? -y cito el ejemplo en femenino por ese cliché barato de que el chico debe hacer siempre la famosa propuesta-. ¿Acaso el título de novios es realmente necesario para que dos personas se amen y sean felices?, no lo creo. Además, el problema no radica en si se otorga o no un título a una relación, total, ser novios es una actitud; la cuestión está en que, la mayoría de las veces, le dejamos todo al título. Sin ir muy lejos, todos nos hemos dado cuenta como al principio de una relación las dos personas dan lo mejor de si, basta que sean novios, que todo se "consolide", para que bajen la guardia y dejen el romance a un lado.

Sin darnos cuenta, en la mayoría de las relaciones, le hemos dejado todo al título. Una vez que obtenemos el tan preciado adjetivo posesivo sobre nuestros seres queridos, nos olvidamos de ellos dando por sentado que "el ya sabe que es mi amigo y que lo quiero". El peor de los casos es cuando se mantienen las relaciones por el famoso titulito; esas típicas historias de "llevo varios años con mi novio y ya no puedo dejarlo". Aún más nefastas son esas amistades que duran años por costumbre, más que por méritos.

No sigamos viviendo entre títulos, empecemos a portarnos como amigos y novios de verdad. Recordemos que todo en esta vida, más allá del compromiso, es cuestión de actitud. Seamos merecedores de los títulos que nos han otorgado y, lo más importante, correspondamos el cariño y las responsabilidades que acarrea el ser amigo o pareja de alguien.

"El poseer no existe, existe solamente ser" Franz Kafka

martes, agosto 02, 2005

Los pecados capitales: ¿Un absurdo?

Muchos de mis amigos y allegados conocen perfectamente mi postura heterodoxa hacia la religión cristiana. Creo en Dios, rezo todos los días antes de dormir pero estoy en desacuerdo con cientos de cosas que la iglesia hace hoy en día... no soy el único que piensa así. En los últimos años se ha venido incrementado la población que está "en contra" de la iglesia pero a favor de la religión. El punto de este post no tiene que ver con mis posturas religiosas pero si tienen que ver con el tema en cuestión. Antes de empezar, quisiera disculparme de antemano con cualquier fanático o seguidor acérrimo del catolicismo que frecuente mi blog.

Este ensayo, teoría sin sentido, disparate, o como quieran llamarlo, viene acechándome desde hace mucho tiempo y por fin me he decidido a escribirlo. Todos, sin importar nuestra religión, hemos escuchado hablar sobre los 7 pecados capitales: avaricia, envidia, gula, ira, lujuria, pereza y soberbia. "Acuñados" por Santo Tomás de Aquino -que buscaba puntualizar cuales eran los sentimientos que corrompían el alma de los seres humanos-, los 7 pecados capitales, se han vuelto tan "sagrados" como cualquier palabra escrita en la Biblia. En teoría, todos sabemos que es "malo" sentir envidia, ira, soberbia, entre otros, pero... ¿Se es realmente un pecador por sentir, dicho sea de paso, estos sentimientos?

Vamos caminando por la calle, una persona atractiva nos pasa por al lado y nos sonríe: ¿es realmente un pecado que tengamos un "mal" pensamiento al respecto?, no lo creo. Me niego a creer que Dios me castigará y me demonizará por sentir "cosas" cuando veo a una persona que me atrae; mucho menos cuando me deprimo y empiezo a comer por comer; ni hablar de los ataques de ira que todos sufrimos a diario cuando estamos enfrascados en algún embotellamiento. Es imposible que una religión busque eliminar nuestros impulsos, más difícil aún que nos castigue por sentir cosas. Nadie puede dominar lo que siente, mucho menos lo que piensa o dejar de pensar. Podemos controlar nuestras acciones pero nunca podremos dominar nuestros sentidos.

Para mis usos personales, una religión o ley que intente anular nuestros impulsos y sentimientos no es más que un sin sentido. Si bien es cierto que los 7 sentimientos que reúnen los pecados capitales no son los más "loables" que tenemos los seres humanos, también es cierto que es ridículo que se castigue a alguien por sentirlos. En mi modesta opinión, los 7 pecados capitales son los que definen al ser humano: todos, desde curas hasta asesinos en serio, hemos sentido alguna vez o en repetidas ocasiones un poco de envidia por la suerte de otros -sobre todo cuando esa suerte es injusta-, de igual forma, nos hemos atragantado comiendo hasta más no poder, hemos sentido bajas pasiones, ¿quién no quiere tener más dinero del que tiene?, más de una vez le hemos salido con una patada a alguien, ni hablar de los ataques de ira que se pueden llegar a sentir frente a una injusticia y, no podía faltar, la pereza de levantarnos día a día para ir a un trabajo que detestamos.

Si mi esposa sale en mi noche de bodas con un traje de cuero, un látigo y vestida muy sexy, ¿soy malo por querer hacerle el amor hasta más no poder?; ¿acaso Dios me odia cada vez que me deprimo y devoro cientos de chocolates?; ¿Dios se ofende cada vez que toco corneta en una cola?; ¿es realmente malo que haya días en que me de fastidio ir a la universidad?, yo pienso que no. Dios nos dio la facultad de pensar, de sentir, de existir. Es totalmente absurdo que se quiera castigar a alguien por hacer lo único que nos convierte en seres humanos: sentir.

En nuestros tiempos, la religión se ha ido a pique por perder aquella "nobleza" del ideal que, en teoría, profesaban. Las iglesias fueron creadas para orientar, para guiar a los seres humanos, no para castigarlos e imponerles normas sin sentido que ni siquiera el ente rector cumple. Por convertirse en "el opio de la sociedad" -citando a Marx- y por querer dominar el mundo, la religión se ha vuelto la empresa más vil creada alguna vez por un ser humano... pero eso ya es harina de otro costal, puede que otro día les exponga mis concepciones sobre la religión. Gracias a Dios no estoy en la edad media, sino, hace años me hubiesen quemado en la hoguera.

miércoles, julio 27, 2005

En la noche...

En un par de días -este 29 de julio- cumplo años. Soy de las personas que les pega una especie de depresión "pre cumpleaños"; cada vez que pasa un año más en mi calendario, hago un balance de todo lo que hice y deje de hacer, este año, el saldo está a mi favor. Aunque el futuro se ve más alentador que mi pasado, no puedo dejar de sentirme mal. Es increíble como una simple derrota puede opacar todas las victorias obtenidas... Quería hablar de muchas cosas hoy, temas que seguro tocaré tarde o temprano. Ningún ensayo, ningún post podría definir como estoy. Lo único que, remotamente, se acerca a lo que siento es este pedacito de mi novela. Empezó siendo un párrafo, pero una vez que lo copié acá le agregue muchas cosas hasta convertirlo en este "gran" fragmento, que, después de todo, no forma parte de nada. No pretendo que lo disfruten, mucho menos que lo lean entero, sólo necesitaba escribirlo. Como diría Eduardo Liendo, "No escribimos la novela que queremos, sino la que podemos".


Un rayo iluminó mi cuarto y un estruendo sacudió mi cuerpo; me despierto sudando. Haciendo las sabanas a un lado, llevo mis manos a la cara; empiezan a brotar lágrimas de mis ojos: una vez más, maldigo mi existencia -si es que a este estado entre la vida y la muerte se le puede llamar así-. Es medianoche, todo está completamente oscuro. A cada instante un rayo enciende mi habitación, mostrándome la puerta de salida, enseñándome por donde debo huir.

Las sombras, esos terribles fantasmas que me persiguen, no paran de acosarme. Reviven mi amor perdido en cada sueño y lo repiten una y otra vez en una morbosa sucesión que no para de dañarme y quitarme la vida a cada instante. Ya no quiero dormir, simplemente no puedo dormir más. Cada vez los sueños son más nítidos y reales, convirtiéndose ellos en mis mayores verdugos. Cierro los ojos y estoy a su lado: sintiendo sus labios, captando su delicioso olor y escuchando su delicada risa. Me levanto de la cama y dando tumbos salgo de mi cuarto. Cierro los ojos y tapo mis oídos, tropezándome con todo, bajo por las escaleras y atravieso la biblioteca. Siento estantes y mesas golpeando mis piernas y brazos; hilos de sangre recorren mi cuerpo casi desnudo. No siento el dolor físico, sólo hileras de calor que caen de mi cuerpo como suicidas de un risco.

Fuera de mí, salgo a la calle. Un dolor indescriptible oprime mi pecho. Algo peor que la tisis, más doloroso que cualquier enfermedad jamás sentida por el hombre. Es una espada que, atravesando mi pecho, llega hasta mi corazón para destrozarlo. Puedo sentir su acción sobre mí. No paro de llorar, mucho menos de dejar de cubrirme con mis manos. Mi alma está desgarrada, mi corazón despedazado; ella, la que alguna vez le dio vida, hoy se encargó de quitársela. Caigo en el suelo, no para de llover. Las calles están vacías, todos huyen de la lluvia: escapan de la limpieza. Yo soy diferente. Me retuerzo en el suelo, abro mis brazos y miro al cielo esperando una respuesta. Maldigo a Dios, maldigo al amor, a mi propia existencia, maldigo a este maldito mundo que sólo me ha hecho sufrir.

Quiero limpiarme, que el agua entré dentro de mí y se lleve toda esta suciedad que me carcome a cada instante; que lave su recuerdo, que purifique mi sangre y mi alma de tantos coágulos, de tanto dolor. La tempestad arrecia, las gotas dejan de ser caricias sobre mi cuerpo y se convierten en pequeños vidrios que se estrellan a toda prisa sobre mí. Siento pequeñas astillas clavándose en mi cuerpo, atravesándolo. Cada trozo es un recuerdo, un momento que revivo en fracciones de segundos. Así, en un instante, vivo una y otra vez nuestra historia. Me arrodillo en el suelo y golpeo mi cabeza contra el suelo empedrado. Quiero que se acaben las sensaciones, que el tiempo se detenga y que los recuerdos se pierdan. Me levanto y casi arrodillado corro a toda prisa, intentando huir de este laberinto sin salida.

Corro desesperado, atravesando las calles empedradas de este maldito pueblo que destruyó mi vida. Sin pensarlo, miró hacia atrás y, como era de esperarse, allí está ella: hierática, sonriendo con morbosa complacencia, deleitándose con mí huida. Siempre es en vano, por más que corra, nunca podré escapar de su recuerdo. Llego a un precipicio y me detengo, sin embargo ella avanza hacia mí. La miro a los ojos, suplicándole que me deje en paz, que deje de perseguirme. Ella sonríe y acaricia mi rostro; en un instante nos fundimos en un beso apasionado, uno de esos que nunca más, nunca más, se repetirán. Acto seguido, con una sonrisa perversa, me empuja hacia el precipicio. Sin mover un sólo músculo caigo, me pierdo en el vacío, poco a poco dejo de ver su tez pálida contemplándome desde lo alto. Un estruendo sacude mi cuerpo, me despierto sudando. Las gotas golpean los vidrios obligándome a despertar. Llevo mis manos a la cara y empiezo a llorar una vez más, maldiciendo otro escape fallido, maldiciendo mi fútil existencia...

Fragmento de "Las plumas del cuervo", Luis Bond

miércoles, julio 20, 2005

¿Tolerantes o acostumbrados?

¿Qué tan podrida está la sociedad? Ésta es una de las interrogantes, sin respuesta -vale la pena acotar-, que se plantean en nuestro nuevo siglo. Aunque, en teoría, hemos "evolucionado" y "progresado" -si es que puede hablarse en estos términos-, el hombre ha llegado a un estado de decadencia deplorable. Podemos viajar a Marte, clonar gente, Internet inalámbrico en todos lados, celulares que te hacen la tarea, pero... ¿de qué nos sirve tanto "avance" si actuamos como dementes? Nos hemos enloquecido con tanta tecnología, filosofía barata y con todo este falso progreso. ¿Los culpables?, nosotros mismos. ¿Razones?, una falsa tolerancia que se ha vuelto costumbre.

Desde que entramos en el siglo XX empezamos a confundir términos: el diálogo con la retórica, el progreso con la evolución, la guerra con la paz, pero, sobre todas las cosas, la tolerancia con la costumbre. Hagan un ejercicio, todos los días o una vez a la semana -depende de su nivel de "sensibilidad"- prendan la tele y vean Al rojo vivo o Primer impacto, sino, abran el periódico en la página de sucesos y échenle un vistazo. Encontrarán muertos por doquier. No hablo de guerra, mucho menos de crímenes comunes -si se puede utilizar dicho adjetivo para un crimen-; me refiero a un pandemonium, al Apocalipsis. Me atrevo a decir que el infierno es nuestro día a día.

Un padre viola a su hija y mata a su esposa; Brad Pitt sale con Nicolle Kidman; violador de niños es buscado por la policía; clonaron a un ejército completo en Rusia; asesino en serie de ancianas huye de nuevo; estudios descubren que el chocolate causa acné; linchan a ladrones en algún pueblo de Perú; vuelve la locura de las faldas a Londres; consiguen descuartizado el cadáver de una mujer embarazada; se invierten 1000 millones de dólares para viajar a Marte; mueren miles de niños en África a diario; padre de familia mata a sangre fría a su hermano; los videojuegos causan adicción en los niños; mueren más inocentes en Irak; Bush gana las elecciones de nuevo.
Bienvenidos a nuestra realidad, esto es lo que somos.

Nos hemos acostumbrado a escuchar crímenes y vivir entre ellos. Lo peor es que hemos permitido todo eso, lo toleramos. Dejamos que los crímenes se repitieran, que la justicia se perdiera y que el "sistema" -creado por nosotros mismos, vale la pena acotar- no funcione. Maldecimos a la policía, maldecimos los gobiernos, maldecimos a la humanidad, pero olvidamos que nosotros somos los culpables. Entre más avanza el tiempo, más organizaciones en "pro" de la paz y la justicia se crean; más parlamento, más diálogo, misma basura. Nadie hace nada, y todo se va perdiendo.

El arte, una de las pocas expresiones nobles que nos quedan, también se ha corrompido. En cualquier espacio de "arte y espectáculos" le dedican más páginas al supuesto romance de los protagonistas de cualquier film que a la película en sí. Se meten en la vida privada de un escritor, la destruyen, lo satanizan, pero nunca reseñan ni un párrafo de su nuevo libro. Nos importa más la vida de un creador que su obra. ¿Qué importa si fulanito canta bien?, lo que vende es que se haya acostado con la esposa de tal. Nosotros hemos prostituido el arte, nuestro único escape de la realidad. Lo peor es que nos gusta. Apoyamos películas comerciales, compramos el nuevo CD del último cantante difamado por los medios, ni hablar de escribir a los periódicos pidiendo más información sobre el romance gay entre actores de Hollywood. Pedimos a gritos conocer más escándalos para saciar nuestro cochino deseo, nuestro fetiche de conocer la vida ajena.

Es la segunda vez que toco el tema de la perversión humana. Podría tocarlo mil veces si fuese necesario, porque algo tenemos que hacer. Somos la semilla de nuestra propia destrucción. Semilla que hemos alimentado a diario, pidiendo a gritos más sangre en los noticieros, destruyendo nuestro arte; tolerando que se nos bombardee con tanta basura y, lo más aterrador, acostumbrándonos a vivir entre ella.

lunes, julio 18, 2005

¿Qué es bello?

Hace unos días atrás discutía con un amigo sobre la belleza, para variar, llegamos a una conclusión típica de las conversaciones "existencialistas": no hay explicación. Nadie sabe a ciencia cierta qué es bello y por qué. Sabemos que tenemos una enorme influencia de los paradigmas de belleza griegos; ellos han marcado nuestra percepción de las cosas. Pitágoras demostró en la antigua Grecia que todos percibimos belleza en la armonía de los cuerpos y la proporción simétrica de los mismos. Eso podría explicar porque hay personas que a casi todos nos parecen bellas; pero dicha teoría deja por fuera a esas denominadas bellezas exóticas, a esas personas que "por alguna extraña razón" nos atraen.

Frederick Nietzsche, famoso filósofo del siglo XIX, explicó los ideales de la belleza basándose en dos figuras de la mitología griega: Apolo y Dionisio. Hijo de Zeus y Leto, Apolo era el dios de las artes, además, era inteligente, apuesto y atlético; en pocas palabras, el ideal de belleza perfecto. Aún así, Apolo no era muy popular entre las mujeres. Dionisio, por otro lado, era el dios de las fiestas y el vino; aunque no era tan "agraciado" como Apolo, Dionisio tenía decenas de mujeres a su lado y siempre se le asocia con la pasión y la carnalidad. Según una profesora de mi universidad, eso explica porque las mujeres prefieren a los hombres pasionales e impulsivos sobre los inteligentes y sensibles.

Todavía teniendo en cuenta a Pitágoras y a Nietzsche, no hay una definición exacta de qué es la belleza. Sólo sé que todos la perseguimos; tanto en el arte, como en la literatura, en el amor y en la vida misma: todos buscamos la belleza. Ésta adopta cientos de matices: tanto físicos como espirituales; se transforma en colores que sólo podemos sentir, más no explicar. Justo allí, en su inexplicable naturaleza es que reside la belleza de la belleza. Cavilando hasta más no poder, parece mentira, pero la mejor conclusión se la lleva aquél viejo dicho de "La belleza está en el ojo del que mira". Me despido con una excelente cita sobre la belleza, espero que sea de su agrado.

"¡La belleza es cosa terrible y espantosa! Es terrible debido a que jamás podremos comprenderla, ya que Dios sólo interrogantes nos plantea. En el seno de la belleza, las dos ribieras se juntan y todas las contradicciones coinciden. No soy hombre culto, hermano, pero he pensado mucho en este asunto. ¡Ciertamente, los misterios son infinitos! Son demasiadas las interrogaciones que aplastan al hombre contra la tierra. Forjamos la hipótesis que podemos, sin jamás llegar a certeza alguna. No puedo siquiera soportar el pensamiento del hombre de corazón noble y mente pura que comienza con el ideal de la Santa Virgen y termina con el ideal de Sodoma. Es más espantoso todavía que el hombre con el ideal de Sodoma en su alma no renuncie al ideal de la Santa Virgen, y que, en el fondo de su corazón, todavía arda, arda sinceramente, en deseos de alcanzar el bello ideal, lo mismo que en sus días de juvenil inocencia. Sí, el corazón del hombre es vasto, excesivamente vasto quizá. Lo preferiría más angosto. ¡El diablo conoce muy bien el corazón humano! Y así vemos que aquello que el intelecto considera vergonzoso, a menudo le parece de espléndida belleza al corazón. ¿Hay belleza en Sodoma? Creedme, muchos son los hombres que encuentran su belleza en Sodoma. ¿Sabíais este secreto? Lo más horroroso es que la belleza no sólo es aterradora, sino también misteriosa. Dios y el Diablo luchan en ella, y su campo de batalla es el corazón del hombre."
Los hermanos Karamazov,
Fedor Dostoievsky

miércoles, julio 13, 2005

Los fracasos: nuestros mejores aliados

A nadie le gusta perder. Todos, en mayor o menor medida, queremos ganar cuando competimos o luchamos por algo. La mayoría de los idealistas sostienen aquel sofisma de "no importa ganar, lo que importa es competir", dicha afirmación, además de tener un tono conformista, es totalmente falsa. Siempre que se lucha por algo, dicha pelea se sostiene por el único ideal de la victoria. Lo que suele suceder es que, en plena batalla campal por el ideal, uno termina derrotado pero aprendiendo cientos de cosas sobre aquella pelea que libró. Sólo así la derrota vale la pena y, muchas veces, termina convirtiéndose en algo más noble que la causa que se perseguía.

Tanto las victorias como los fracasos son provechosas para los seres humanos, el problema reside en la dualidad de las mismas. Una victoria simboliza cientos de cosas: desde el merecido premio por un difícil logro hasta un golpe de suerte. Buena o mala, sólo hay un punto seguro con el ganar: a nadie le molesta en lo absoluto. Por otro lado, todo huimos al fracaso. Así se gane en el camino más que en el final, a nadie le agrada perder; todos odiamos esa temida palabra: perdí.

El problema reside, una vez más, en esos paradigmas baratos que nos impone la sociedad: "el mundo es de los triunfadores". Falso, el mundo es de aquellos que se caen. El verdadero éxito reside en esas personas que se caen una y otra vez pero que nunca pierden; son aquellos que al morder el polvo se levantan para seguir adelante. No hace falta ver muy lejos para darnos cuenta. Jésus fue tratado como un loco, a Galileo casi lo queman, Brahms fue abuchado y destrozado en su primer concierto, nadie creía en el Quijote de Cervantes y ni hablar de Darwin. Si todos ellos hubiesen cedido a la estúpida sociedad de su época, nuestro mundo no sería ni la sombra de lo que es hoy.

Hay que perder el miedo a perder. Debemos dejar de ver al fracaso como algo terrible y tenemos que apreciarlo como lo que realmente es: nuestro mejor maestro. Sólo al caernos aprendemos a levantarnos y, aún más importante, a quedarnos de pie. Todo en está vida es relativo y está en cada uno de nosotros el hundirnos con nuestras caídas o aprovecharlas para salir adelante. En mi opinión, únicamente al morder el polvo se puede saborear la verdadera victoria. Nunca olviden que la crisis tiene 2 caras: nos destruye por completo o, nos ayuda como trampolín para alcanzar el cielo y nuestros sueños: todo depende de nosotros.

Has evitado los errores y te sientes salvado. Pero has caído en el supremo error de no cometerlos
El vuelo de la reina, Tómas Eloy Martínez

miércoles, julio 06, 2005

De todo un poco...

Haciendo un esfuerzo sobrenatural, intento seguir el ritmo que me impuse con el blog. Para hoy -siendo exactos, para ayer o anteayer- debía tener un post listo, por asuntos de la universidad y cientos de cosas más, me compliqué y no lo pude terminar. No crean que he vagueado, ya tengo una parte escrita y la otra la terminaré cuando tenga un respiro; prometo publicarlo para este fin de semana. Será una especie de ensayo sobre los pecados capitales, no es la gran cosa pero a mi me gusta y quisiera dedicarle el tiempo que se merece para redactarlo como Dios manda. En fin, para no dejar un espacio vacío en el blog, he decidido hacer mi primer review de una película.

Primero que nada, antes que empiecen a leer: éste y todos los reviews que llegue a escribir serán 100% libre de spoilers -o sea, no les contaré nada de la trama película-, así que pueden leer con confianza.

Ayer, después de esperar todo el fin de semana, pude ver La guerra de los mundos. La película, basada en la novela de H.G. Wells y dirigida por Steven Spielberg, ha sido una de las más esperadas de esta temporada. Como todos sabrán -gracias a la excesiva publicidad que le han dado-, el film está protagonizado por Tom Cruise y, en mi opinión, unas de las actrices más prometedoras de Hollywood: Dakota Fanning. La actuación de los dos fue impecable, aunque muchos odien a Cruise por "ser igual en todas las películas", tengo que admitir que este papel -muy dramático, hay que resaltar- le quedó excelente; ni hablar de Dakota, ella siempre se luce en todos sus personajes. Ellos 2 son los protagonistas y, técnicamente hablando, la película es de ellos.

Aunque Spielberg no me terminaba de convencer para hacer La guerra de los mundos, tengo que quitarme el sobrero ante él porque la película es de las mejores que ha hecho. La fotografía es excelente, hay decenas de tomas que te dejan boquiabierto y ni hablar de los efectos especiales: todo se veía absolutamente real. El film tiene un "brillito", por así decirlo, un poco parecido al que tenía Sentencia previa lo cual ayudó bastante al realismo de la cinta. La música estuvo muy buena aunque en la mayoría de las escenas había tanta tensión que sólo se escuchaba el sonido de ambiente. La historia estuvo muy apegada a la novela -al punto que empieza y termina con el mismo "intro y ending" que el libro- y la forma en que se desarrollan las acciones fue excelente. Spielberg se las arregló, tanto con efectos especiales como con el guión, para hacer que la amenaza extraterrestre fuera perfectamente creíble. Aunque todas las naves destruían ciudades enteras y la gente huía de la invasión, la película siempre se vio muy real, efecto extremadamente difícil de crear en el género de la ciencia-ficción.

No todo son flores para La guerra de los mundos. A pesar de su originalidad, la película tiene un cierto parecido a Señales -aunque el film iba en una tónica totalmente distinta- y tiene varias escenas que parecen sacadas de Titanic, Salvando al soldado Ryan y El día de la independencia. El ritmo del film es excelente: es agresivo y al mismo tiempo lento para crear tensión, pasas casi 2 horas pegados al asiento. Ésta armonía se vio destruida en los últimos 15 minutos de película, donde se pasa de "invasión extraterrestre, todos vamos a morir" a "... y vivieron felices por siempre". El bajón que tiene La guerra de los mundos al final es algo imperdonable, pareciera que se les hubiese acabado el dinero y tuvieron que terminarla de sopetón. Son de estas películas que dan la sensación de "creo que la cortaron o que la vi por la mitad". Ese final prematuro es una enorme raya que atraviesa la obra de arte de Spielberg.

Para culminar, dedicado a la gente que no leyó el review por flojera o por no querer saber nada de la película, les dejo un pensamiento de la última novela que leí: El vuelo de la reina.

"Cada vez que sucede una felicidad, debes esperar una desdicha. Y al revés: no hay desgracia, aparte de la muerte, que no se arregle con alguna felicidad"
El vuelo de la reina, Tomás Eloy Martínez

lunes, junio 27, 2005

Reflexión de la semana: 27/6/2005

Aunque hace varios días deje atrás el Ensayo sobre la ceguera, todavía me quedan un par de pensamientos para compartir con ustedes... Éste, aunque un poco dramático, deja pensando sobre esa pregunta que siempre ronda al ser humano: ¿Vale la pena vivir estando condenado a morir?

“Quien va a morir aquí ya esta muerto y no lo sabe. Que hemos de morir es algo que sabemos desde que nacemos. Por eso, en cierto modo, es como si ya hubiéramos nacido muertos”

José Saramgo, Ensayo sobre la ceguera

viernes, junio 24, 2005

¡Feliz cumpleaños maestro!

El día de hoy, como muchos otros, me encontraba luchando contra el tiempo. Corriendo de aquí a allá, ignorando que las horas pasan de manera implacable hasta convertirse en terribles días que, cuando menos lo pensamos, se convierten en meses y años que nos alejan de esté presente que se termina volviendo un pasado remoto. Así llegue hasta este 24 de junio, un día realmente especial para mí. No lo digo por celebrarse el día de nuestro "glorioso" ejército nacional, mucho menos por tener un día libre lejos de las presiones de la universidad, lo digo porque hoy cumpleaños una persona muy importante para mí: Ernesto Sabato.

¿Quién demonios es Ernesto Sabato?, muchos que me conocen ya sabrán por donde vengo, otros podrían deducirlo, de igual forma pienso hablarles de este famoso escritor al cual considero mi maestro. No podría empezar a hablarles de él sin antes hacer un pequeño review de su vida, claro está. Nació en Rojas, una provincia de Buenos Aires, un 24 de junio de 1911; hizo un doctorado en física y trabajo por muchos años en el laboratorio Curie, en París y en 1945 abandonó la ciencia para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura. ¿Por qué admiro tanto a alguien que deja su trabajo como físico nuclear en un laboratorio prestigioso, casi como la NASA, por escribir?, la respuesta es sencilla: lo admiro por ser valiente. Y no lo admiro sólo por su valentía de entregarse a su pasión, también lo admiro por su excelente obra como escritor y ser humano.

Sabato no es un simple escritor, es un hombre preocupado por el caos que enfrentamos en nuestro tiempo. No es un García Marquéz que transmite imágenes "bonitas", mucho menos un Dan Brown que busca vender sus libros, Sabato es un humano preocupado por el destino de la humanidad, es un escritor que explora las regiones más oscuras de los seres humanos y que, mostrándonos el mundo en su máxima crueldad, nos enseña que siempre hay una esperanza. Con sus distintas novelas y ensayos, busca tocar la conciencia humana y hacerla despertar, trata de abrirnos los ojos para que veamos el caos en que vivimos.

Archiconocido por su primera novela, El túnel, Sabato ha ganado decenas de premios en su trayectoria como escritor. A sus 94 años -si, está cumpliendo 94 años-, tiene una obra conformada por distintos ensayos y novelas -las mejores que he leído en mi vida, tengo que agregar-. Sé que Sabato nunca leerá este pequeño homenaje que hoy le rindo, también estoy conciente que estas líneas no serán publicadas en ningún diario o medio de difusión masivo, aún así no me importa porque esto es sólo un acto simbólico. Pero... ¿qué son los homenajes después de todo?, son un simple acto simbólico, al igual que todo en nuestra vida: desde lo material como el dinero, siguiendo a lo superficial como un estatus social y llegando a lo más sublime como una caricia; todo lo que los seres humanos hacemos es netamente simbólico. Por eso le escribo a Sabato en su idioma: el idioma de los símbolos.

Sólo espero que las 2 o 3 personas que lean este post se tomen la modestia de leer algún ensayo o novela de él. Comiencen por El túnel, verán como se enganchan con Sabato; sigan con Sobre héroes y tumbas y ya no podrán soltarlo. Vale la pena conocer las ideas de un hombre como él, sus novelas no son sobre personajes irreales: son sobre nosotros mismos, sobre nuestros miedo y obsesiones que se ven reflejados en un Castel atormentado que mata a su amante o en un Martín enamorado que vaga por una ciudad buscando los recuerdos de su amor. Sabato, al escribir sus novelas y ensayos, puso su granito de arena para salvar a la humanidad de la destrucción, todavía a sus 94 años tiene planeado sacar 2 ensayos más sobre nuestra situación actual... y tú ¿qué has hecho por nuestro mundo?

"Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse"
Ernesto Sabato

domingo, junio 19, 2005

Reflexión de la semana: 19/6/2005

Ya que he vuelto al blog "legalmente" quisiera poner cierto "orden" acá. Sólo podré postear una vez a la semana -haciendo un esfuerzo sobre natural, tengo que admitirlo- pero, de igual forma, pienso postear todos los fines de semana un pensamiento o reflexión de algún libro que esté leyendo. De esta manera mantendré el lugar un poco activo y, además, podré llegar a mi meta: al menos 2 post semanales...

Sin más preámbulos los dejo con la nueva sección -un poco trillada, lo admito- de "Reflexión de la semana"... Esta semana le tocó a Jose Saramgo con su Ensayo sobre la ceguera, libro que terminé de leer hace poco y del cual quisiera compartir con ustedes varios fragmentos.

"… si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos si quiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos.”
José Saramago, Ensayo sobre la ceguera

miércoles, junio 15, 2005

Luchando contra el tiempo...

Una vez más he vuelto a éste, mi pequeño refugio. Decenas de obligaciones, para variar, me han distanciado de acá. No intento justificarme ante ustedes, mis queridos lectores, sólo trato de excusarme conmigo mismo de alguna forma. Aún asi, he vuelto. Los mismos fantasmas que me mueven todo el tiempo e impulsan mis acciones me traen una vez más hasta aquí...

Hace poco terminé de leer Abaddón el exterminador, la tercera novela de Ernesto Sabato, sin duda alguna, mi maestro y guía. Esta novela me hizo reflexionar sobre cientos de cuestiones, pero sobre todo una variable contra la cual todos luchamos: el tiempo. Toda la vida he tenido una obsesión por el tiempo, siempre he sentido que cada día el tiempo me rinde menos y que poco a poco me voy perdiendo en él. Y así avanzan los días, las semanas y los meses y, cuando veo hacia atrás, me doy cuenta de todo el tiempo que he desperdiciado en cientos de acciones inútiles y ajenas a las que en realidad quería hacer.

El tiempo me transformó muchas veces en un ser abúlico y pensativo como Bruno -personaje de Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador-, en una persona de "por ahora" que con el inexorable pasar de las agujas del reloj termina convirtiéndose en nadie. No quiero, ni pretendo, que se me pase la vida entre líneas y fragmentos de relatos inconexos a simple vista; lo único que quiero es escribir. Así sea en vano, sean tonterías o banalidades tengo que seguir escribiendo, intentando desesperadamente no ser destruido por el tiempo, luchando contra él con lo único que siempre he tenido: mis letras.

Este post, más que una reflexión, es un grito en dirección a ustedes. No malgasten su tiempo, no lo desperdicien, no se lo den a nadie que no lo merezca, pero, sobre todas las cosas, no lo ignoren. Allí, en la ignorancia -¿perpetua?- de los seres humanos radica el verdadero poder del tiempo; ese veneno que lentamente corre por nuestras venas, que poco a poco nos embriaga y cuando menos lo esperamos: ya se nos pasó la vida, ya el tiempo obró y no hay marcha atrás. Pónganle pasión a sus vidas, a todo lo que hacen: sólo así se puede combatir al terrible verdugo del tiempo. Una hora con un ser amado se convierte en un minuto de nuestro tiempo; de igual forma, una minuto de dolor se convierte en una hora de nuestro tiempo; esto nos demuestra que el tiempo -como unidad intocable, ineluctable- no existe; al igual que la realidad, es un factor que está sujeto a nuestra percepción. Sometan al tiempo con sus pasiones, jueguen con él, engáñenlo, pero nunca le den el control de sus vidas.

"El tiempo del que disponemos a diario es flexible, las pasiones que sentimos lo dilatan"
Anónimo

martes, abril 05, 2005

Sobre la traición...

Aunque ya comencé clases, sigo corto de inspiración. En estos días he tenido muchos temas interesantes para desarrollar acá pero todavía me falta un poco de chispa. Ese estímulo que muchas veces me levanta a medianoche a escribir; un pequeño espasmo que más temprano que tarde tendrá que aparecer... Mientras tanto, les dejo otro fragmento de la excelente novela que estoy leyendo... espero que les guste y los deje pensando como a mí...

"¿Sabes cuál es la verdadera naturaleza de la traición? Que es traidora, que traiciona incluso a aquel que traiciona, y no tiene confines, como la sombra sobre el paisaje, empiezas por traicionar un amor, o un leve cariño, quiero decir, una cosa de nada, un gato por ejemplo, y acabas por llegar a ti mismo, pero tú no sabías que acabarías por llegar a ti mismo, pues entonces no hubieras dado el primer paso, y en cambio ese paso precisamente, una cosita de nada, que tan insignificante te parecía, se ha convertido en una catástrofe, en un aluvión, la riada te arrastra, tú braceas, braceas, no se puede nadar en la riada... ¿Me comprendes?"
Tristano muere, Antonio Tabucchi

viernes, abril 01, 2005

El significado de la vida

En estos últimos días no he tenido mucha inspiración. Para ser sincero no he tengo ganas de escribir así que en vez de dejarles una de mis reflexiones locas, prefiero traerles un pequeño fragmento de una excelente novela que estoy leyendo. De igual forma de seguro este pedacito los dejará pensando, mientras, yo dibujo mis garabatos...

"La vida no está en orden alfabético como creéis vosotros. Se muestra... un poco aquí y un poco allí, como mejor le parece, son migajas, el problema es recogerlas después, es un montoncito de arena, ¿y cuál es el granito que sostiene al otro? A veces, ese que está en la punta y que parece sostenido por todo el montoncito es presisamente el que mantiende unidos a todos lo demás, porque ese granito no obedece las leyes de la física, quitas el granito que creías que no sostenía nada y todo se derrumba, la arena se desliza, se aplana, y no te queda más remedio que hacer garabatos con el dedo, idas y venidas, senderos que no llevan a ninguna parte, y dale que te pego, estás allí trazando idas y venidas, pero donde estará ese bendito grano de arena que lo mantenía todo unido... y luego, un día, el dedo se detiene por sí mismo, ya está harto de hacer garabatos, en la arena hay un trazado extraño, un dibujo sin lógica y sin orden, y te entra una sospecha, que el sentido de todo aquello eran los garabatos"
Tristano muere, Antonio Tabucchi

sábado, marzo 26, 2005

Cuando se quiere llorar...

El peor dolor que puede llegar a sentir un ser humano es aquel que va más allá del cuerpo físico. Es ése que toca, mejor dicho, destroza el corazón. Un dolor agudo, inevitable, uno que nos carcome el alma y nos paraliza. Llega un punto en el cual el sufrimiento nos ahoga, sentimos ansiedad, una terrible presión en el pecho, los latidos del corazón se aceleran: algo necesita salir a flote. ¿Qué pasa cuando ese algo no puede salir? Cuando nos duele tanto el alma que no podemos, por más que queramos, llorar o gritar. No existe algo peor, algo que desespere más que no poder desahogarse con el llanto.

Sólo la impotencia de no poder llorar se equipara con este sufrimiento. Y así, entre una lanza que destroza el corazón y la imposibilidad de llorar, o mostrar algún gesto de dolor, nos hundimos. Nos perdemos en una extraña sensación que, paradójicamente, nos impide sentir algo. Se nos es negada experimentar esa catarsis natural, ese “escape” que posee el ser humano. Es como si algo dentro de nosotros se pudriera, algo que nos mata lentamente y que nada de lo que hagamos puede salvarnos o acelerar dicho proceso. Es terrible no poder hacer nada… más doloroso aún, estar condenado a escupir estas líneas sin sentido que, al igual que todo, el tiempo se tragará…

lunes, marzo 21, 2005

La realidad: ¿Verdad o mentira?

Todos los seres humanos -querámoslo o no- hemos mentido en algún punto de nuestra vida. Ya sea diciendo alguna mentira "blanca" -como solían llamarse las mentirillas que uno decía en la infancia- o creando una enorme ficción que termina apoderándose de nuestra realidad; de forma premeditada o por accidentes, siempre tendemos a "omitir" la, dicho sea de paso, mal llamada verdad. El gremio de personas denominadas como "moralistas" ven el mentir como algo abominable. Otros -catalogados por el gremio anterior como "cínicos"-, ven la mentira como algo natural y casi cotidiano al igual que ir al baño, comer, hablar por teléfono, entre otras cosas.

Lo cierto es que, viéndolo desde cualquier punto de vista, la mentira es algo malo según todos. En la Biblia aparece como un pecado y hasta la ley -de cualquier país- castiga al que miente. La gente la ve con desprecio y es la antítesis de aquello que compone todas las relaciones humanas: la confianza. Pero... ¿Hasta qué punto podemos vivir sin mentir? Muchos, moralistas o no, podrían decir que nunca mienten, y justo allí, al hacer esa afirmación, esgrimirían la peor mentira de sus vidas. Por desgracia -o fortuna-, los mortales estamos condenados a expresarnos mediante la palabra; éste, nuestro mejor "vehículo" de expresión, es el primer culpable cuando queremos describir la realidad -otra palabra mal utilizada por todos-. Si lo analizamos bien, querámoslo o no, todos mentimos las 24 horas del día. Ahora, mientras escribo estas líneas y usted las lee, ambos estamos mintiendo de alguna forma al interpretar nuestro significado de cada palabra.

Los sentimientos, al igual que los seres humanos, son cambiantes. Un "te amo" que se pronuncia hoy no es remotamente similar al que se dice una semana después; el cariño inmenso que se le puede tener a un amigo, siempre, en algún punto, pasa por el odio y hasta la repulsión; allí está el problema, en esa manía enfermiza de los humanos por el absoluto. Las palabras, al igual que los números o cualquier otro invento, son absolutas; por eso, la mayoría de las veces, mentimos al usar términos absolutos para sentimientos que definitivamente no lo son. Nos hemos acostumbrado -mejor dicho, condicionado-, a vivir del absoluto, todo o nada, realidad o ficción.

¿Hasta que punto se puede ser sincero con alguien y, todavía más importante, con nuestro corazón? ¿Será posible amar a una persona sólo por un día, un instante o un beso? Son respuestas que nadie sabe pero que todos podríamos "sentir". Hay que dejar de mentirnos al pensar que todo es absoluto. El amor es puro y verdadero, pero, al igual que todos, cambia constantemente; pasa por momentos sublimes, carnales, triviales y hasta puede convertirse -así sea por segundos- en un terrible rechazo por el ser amado. Lo importante, al igual que todo en la vida, es no tener miedo a sentir. Sólo cuando sentimos experimentamos nuestra verdad. Cuando nuestro corazón palpita a mil por segundo, sentimos las llamadas "mariposas" y nos ponemos rojos es cuando ocurre, así sea por un instante, un "te amo" verdadero y absoluto. Puede que una palabra no contenga todo lo que uno sienta por una persona; pero un beso, una caricia o una mirada bastaran para ser realmente sinceros y plasmar la única verdad que existe: la del corazón.

"Porque todo cambia a casa instante que pasa, y lo que éramos hace un momento no lo somos más. ¿Somos, acaso, siempre la misma persona? ¿Tenemos, acaso, siempre los mismos sentimientos? Se puede querer a alguien y de pronto desestimarlo y hasta detestarlo. Y si cuando lo desestimamos cometemos el error de decírselo, eso es una verdad, pero una verdad momentánea, que no será más verdad dentro de una hora o al otro día, o en otras circunstancias. Y en cambio al ser a quien se la decimos creerá que ésa es la verdad, la verdad para siempre y desde siempre. Y se hundirá en la desesperación"
Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sabato

sábado, marzo 19, 2005

Vivir... ¿Obligación o derecho?

¡Por fin! Después de casi 2 meses de ausencia, estoy de vuelta. Antes que nada, pido disculpas a mis lectores por no poder actualizar el blog en tanto tiempo. Entre la falta de tiempo e inspiración sumado al ajetreo de la universidad me olvidé casi por completo, de éste, mi pequeño rincón. En toda esta ausencia he tenido miles de ideas para cientos de posts; así que seguro no me perderé de nuevo, o al menos no por un buen rato. Sin más que decir, los dejo con una reflexión que empecé hace más de un mes...

El mes pasado, gracias a mi querida prima Alejandra, pude ver "Mar adentro" el último film de Alejandro Amenábar. La película trata el controversial tema de la eutanasia a través de la historia de Ramón Sampedro, un marinero que, después de darle la vuelta al mundo, quedó tetrapléjico en un accidente. Sampedro fue el primer gallego en pedir públicamente una "muerte asistida" y luchó hasta su último aliento de vida por ello. Haciendo a un lado la excelente fotografía, la impecable dirección y la conmovedora banda sonora del largometraje; vale la pena ir a verla por la forma en que se aborda el tema de la vida y la muerte.

¿Hasta qué punto vale la pena vivir? Para muchos moralistas y optimistas "siempre hay que luchar por la vida" pero... ¿Qué clase de vida puede tener una persona conectada a decenas de aparatos y que nunca volverá a moverse? Y qué pasaría si esa persona fuese un famoso deportista que dedicó su vida entera a jugar; un ser humano que descubrió ese sentimiento de estar realmente vivo detrás de una pelota en un campo de fútbol. ¿No sería quitarle la vida el dejarlo "vivo"? Muchos sostienen que el suicidio es para cobardes, que es una solución temporal para un problema permanente, pero si una persona pierde por completo el sentido de su vida ¿Es justo obligarlo a vivir?

Ningún familiar, iglesia, país o ley en este mundo debería obligar a alguien a vivir, sobre todo ignorando el significado de la vida para esa persona. Desde que nacemos, lo primero que obtenemos es aquello que en la biblia llaman "libre albedrío". Esta especie de "propiedad" sobre nuestra vida es lo único que siempre se tiene y es absurdo que se nos quite cuando queramos ejercer el "derecho" de hacer con nuestra vida lo que sea. Es egoísta que muchas familias prefieran ver a un ser querido encerrado en un cuerpo incapaz de moverse o expresarse, conectado a decenas de aparatos, sólo por el hecho de "tenerlo allí". Es injusto que no se acepte la eutanasia en muchos países; todavía más inaudito que se le niegue una muerte digna a un tetrapléjico y que este tenga que disponer de su vida a oscuras, como si fuese un criminal.

Cuando nacemos, nadie nos pregunta si queremos venir aquí. Prácticamente somos arrastrados a este mundo lleno de dolor y sufrimiento sin nuestro consentimiento. Es absurdo que, cuando queramos salir de este caos, se nos pongan cientos de trabas y cuestionamientos sin sentido. Después de todo, ¿qué crimen es más abominable?: obligar a alguien a vivir una vida sin sentido o el concederle una muerte con dignidad.

jueves, febrero 10, 2005

El fin del mundo

Mi abuelita, siempre que escucha algun titular sórdido en las noticias, acostumbra decir: "Esto es fin de mundo". Puede que suene algo exagerado, pero... ¿Hasta qué punto es cierta dicha afirmación? Sin ánimos de ser fatalista, a veces siento que mi abuela no se equivoca. Pareciera que el mundo se acercara a su fin. Haciendo a un lado los terribles fenómenos naturales -cada día más comunes- que azotan nuestro planeta, hay motivos para pensar que la raza humana va camino al borde de su extinción. Un final creado por los mismos humanos. Una conclusión sellada con su propia estupidez...

Sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado a actos cada vez más terribles. Vemos a diario decenas de titulares sobre asesinatos, secuestros, guerras, atentados, pestes, desastres naturales y, al parecer, ya nada nos asombra. "Un padre viola a su pequeña hija y la mata", "Unos criminales decapitan a un señor después de robarlo", "Un camión explotó matando a cientos de personas"; son eventos nefastos que se han transformado en nuestro día a día. La televisión, los crímenes, las películas o quién sabe qué nos han insensibilizado. Nos hemos acostumbrado a vivir en guerra, a escuchar a diario miles de bajas y a seguir adelante... como si nada sucediera. Tal vez la indiferencia sea una de las tantas culpables de la decadencia de los seres humanos, aunque, en mi modesta opinión, la verdadera culpable sea la actitud de la gente.

Esa actitud de "nada me importa", el egoísmo acentuado y una especie de repulsión hacia el prójimo han minado los cimientos de la raza humana. Los únicos culpables somos nosotros mismos. Todos hemos permitido, de alguna forma, el haber llegado hasta este punto. Lo hemos aceptado con nuestro silencio frente a las atrocidades que se cometen a diario, con el egoísmo de sólo pensar en nuestros asuntos, pisando o dejando a un lado a los demás. En un mundo, donde nos acondicionan para ser cada día más fríos, más competitivos e insensibles, las cosas no podrían ir peor si nadie toma conciencia.

Cada día algo nos golpea más duro: tormentas por un lado, guerras por el otro, atentados por doquier, asesinatos brutales en cualquier sitio. Todo se vuelve al final un grito, un llamado para que nos demos cuenta. El ser humano no puede seguir viviendo así, no puede acostumbrarse a temer del prójimo, a vivir con miedo del hombre y de la naturaleza. Si bien nadie puede detener un huracán, un atentado o algún desastre, también es cierto que algo se puede y se debe hacer al respecto. No me refiero a sentir lastima. Tampoco a donar una ínfima suma de dinero para los "afectados". Me refiero a hacer algo realmente útil: educar. Comenzando por nosotros mismos, siguiendo por nuestros conocidos y familiares. Abrir los ojos y ver la realidad. Darnos cuenta que éste caos está en nuestras manos. Está en nosotros detenerlo.

El poder está en manos de pocos, es cierto, pero no olvidemos que esos pocos lo tienen gracias a nosotros. No olvidemos que los verdaderos cambios vienen de adentro. Que la familia es la célula de la sociedad y que la persona más pequeña puede cambiar el curso del universo. No se queden con las manos cruzadas, hagan algo. El mundo nos pertenece a cada uno de nosotros y si nosotros no lo salvamos, nadie lo hará.

sábado, febrero 05, 2005

¿Qué tan fácil es perderse?

En estas últimas semanas, en las que no he escrito nada de mi historia, me he dado cuenta que es muy fácil salirse del camino por un tiempo. Así se ame una carrera, una profesión o lo que se haga, siempre hay un punto en el cual se pierde el hilo de lo que se hacia. Estos "desvios" por lo general se deben a circunstancias inevitables: trabajo, los estudios, los amigos o simplemente, falta de inspiración; siendo ésta última la más "traumática".

La inspiración, nuestra musa que va y viene sin que nadie la detenga, aunque a veces lo parezca, no siempre dicta el avance de nuestro trabajo. Jorge Luis Borges -uno de mis escritores favoritos- dijo que cuando se escribe sólo se necesita un 1% de inspiración y un 99% de técnica. Una frase inversamente proporcional a mi trabajo actual pero muy cierta. No siempre se necesita una "iluminación divina" para escribir -diseñar, trabajar, o lo que se haga-, muchas veces sólo se necesita sentarse en la mesa e "intentar" trabajar. Puede que suene a "forzar" las ideas, pero muchas veces la inspiración esta allí esperando que vayamos por ella.

El maestro Kafka, una vez dijo: "El camino verdadero pasa por una cuerda, que no esta extendida en lo alto sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo". Uno de los pensamientos más acertados sobre la vida que he leído. Así se tengan muchas puertas abiertas, una vida perfecta y un camino lleno de éxitos, siempre habrá algo que nos quiera alejar del mismo. Esa fuerza que nos aleja del camino siempre será nuestro enemigo número uno para todo. ¿Cómo se combate? Tan fácil como ocupándose. Pasando horas frente una mesa buscando alguna idea, dando una vuelta para despejarse, haciendo cualquier cosa menos rendirse. Las ganas, la inspiración están allí, esperando ser descubiertas; está en nosotros el tener el valor y la voluntad de conseguirlas. Después de todo, el enemigo por excelencia del hombre es él mismo. La pelea más difícil es la que uno libra consigo mismo, una lucha necesaria si se quiere avanzar y que sólo unos pocos valientes logran ganar.

miércoles, enero 26, 2005

Un momento contra los recuerdos...

Hace unos par de días tuve la dicha de ver -en mi opinión- una de las mejores películas del año 2000: Memento. El film, dirigido por Christopher Nolan, narra la historia de Leonard, un sujeto que sufre de una extraña enfermedad -que es real, vale la pena acotar- que no le permite generar recuerdos nuevos. Lo terrible de este padecimiento es que Leonard recuerda todo su pasado hasta el día que recibió un golpe en la cabeza, cuando intentaba detener a unos ladrones que violaron y mataron a su esposa. Siendo éste su último recuerdo decide buscar al asesino y vengarse. Por desgracia, Leonard pierde la memoria cada 5 minutos, así que le toma fotos a las personas que conoce y anota detrás de las mismas pequeños "tips" sobre ellas. Además se tatua en su cuerpo mensajes "claves" para no perder la pista de lo que hace y así seguir al asesino. No pienso contarles más; sólo me detuve a hacer esta pequeña reseña para que entiendan la esencia de este post.

¿Qué tan importantes son los recuerdos de una persona? ¿Vale la pena recordar cada instante de la vida? Si bien es cierto que a veces sólo queremos olvidar el pasado, ¿cómo sería vivir sin él? Éstas y muchas otras preguntas han estado rondando mi cabeza desde que vi Memento. La memoria siempre es inexacta y -querrámoslo o no- tiende a borrar y cambiar muchas cosas. Más de una vez se confunde un recuerdo con otro, a veces ni se puede recordar algún hecho en especial, lo único cierto es que sólo lo que se quiere recordar, es lo que se queda en la memoria. Y aún así, queriendo recordar un hecho en especial con claridad, siempre con el paso del tiempo -aquel verdugo que todo lo destruye-, algo se va distorcionando en él.

Si no se tuviera pasado y sólo existiera el presente, ¿valdría la pena inventarse un pasado mejor sólo para ser féliz? Aunque parezca mentira, sin padecer de ninguna enfermedad, muchas veces el ser humano hace esto. En ocasiones la gente recuerda sólo lo que quiere, creando su propia verdad. ¿Es bueno o malo? Total, si el pasado ya no existe ¿qué más da cambiarlo? Yo concuerdo con la película en que "todos necesitamos recuerdos para recordar quienes somos". El alterar el pasado sería como mentirse uno mismo. El pasado nos marca, y aunque hoy sólo sea un montón de recuerdos, éste fue alguna vez nuestro presente, el renegar del él sería como renegar de nosotros mismos. Aunque a veces se actué sin pensar y se condenen muchas decisiones tomadas, sin el pasado estaríamos condenados a repetir dichas acciones una y otra vez.

¿Hasta qué punto es valido permitirse olvidar algo que sucedió? En mi opinión, nunca se debe olvidar nada. Cada hecho, por doloroso o insignificante que sea, tiene infinitas repercuciones en la vida. Si se escribe y al mismo tiempo se borra nada tendría sentido; no se puede vivir atado a los recuerdos, pero tampoco se puede vivir sin ellos. La memoria es como un diario, sirve para escribirlo todos los días y hojearlo cuando es necesario, cuando se pierde el rumbo y se necesita recordar quienes somos. El presente, ese pequeño espacio que nos corresponde, a cada instante se convierte en un recuerdo. Así el pasado nos condene, nunca olvidemos que el aquí y ahora, este instante llamado presente, será el que tenga la última palabra. No hay que vivir en función al pasado, tampoco hay que olvidar quienes somos, sólo hay que estar concientes de todo lo que hacemos, ésta es la única manera de poder crear un futuro mejor. Un futuro que algún día se convertirá en un hermoso instante que pasará a formar un dulce recuerdo.

domingo, enero 23, 2005

Los sueños...

¿Qué son los sueños? A veces simples pensamientos, tan hetereos como cualquier otra cavilación. En otras ocasiones son tangibles, reales como cualquier objeto, pero su naturaleza idílica los hace esfumarse en cualquier momento. Buenos o malos, siempre nos motivan. Algunas personas los alimentan en secreto, otros luchan por ellos, pero sólo unos pocos logran realizarlos. Para esto hay que tener un poco de suerte, perseverancia, valor y cientos de características, pero sobre todo, ganas de soñar.

Lo malo de soñar es el tener que cerrar los ojos, esto no nos hace ver el enorme abismo entre el sueño y la realidad. Un abismo que a veces nos sorprende mientras caminamos a ciegas siguiendo nuestro corazón; un agujero negro que sólo abriendo los ojos se puede saltar. Cuando se superan los obstaculos y se alcanza esa meta deseada, se saborea por un momento el elixir que nos hace luchar y nos da la vida. El delicioso sabor de un sueño logrado, un sabor que al igual que una foto perdura en el tiempo.

Como el amor, los sueños son un arma de doble filo: el comienzo de algo hermoso o de la perdición. Son como las opciones que da el embarcarse en búsqueda de un tesoro: se puede morir en el intento, se puede intentar en vano o se puede dar con el tesoro ¿Cúal es la opción correcta? Aquella que te hace decir "valió la pena el esfuerzo". La satisfacción muchas veces no está en el producto final, sino en el trayecto andado. Da igual si se muere, se vive o se logra un sueño, lo que importa es tener el valor de soñar.

Es muy fácil caerse, difícil es levantarse. Es muy fácil soñar una vez, difícil es hacerlo siempre.

domingo, enero 16, 2005

Las miles de líneas de un pequeño poema...

La poesía nunca ha sido uno de mis "fuertes" en cuanto a gustos literarios se refiere. A pesar de mi amor por las letras nunca he sentido pasión por dicho género... Al menos no hasta hace poco. Desde que empecé la Universidad he conocido decenas de poetas y escritores que ignoraba, como es de esperarse, también conocí sus obras. Poetas como Mario Benedetti, Pablo Neruda, Eugenio Montejo, Cesar Vallejo y Edgar Allan Poe, entre otros, poco a poco me han enseñado a tomarle cariño a la poesía. Entre ellos hay uno en especial con el cual pareciera que estoy predestinado a encontrarme: Andrés Eloy Blanco, un famoso poeta venezolano de principios del siglo XX.

Durante toda mi carrera he tenido que trabajar con poemas de Andrés Eloy. En una ocasión tuve que recitar "La renuncia" -mi poema favorito de él- y justo ahora mi trabajo final de semiótica es sobre el "Palabreo de la loca Luz Caraballo". Dicho trabajo final me ha obligado a desmenuzar el poema y llegar a su esencia, encontrándome con un trasfondo que jamás imagine. En algunas ocasiones, 4 estrofas de un pequeño poema transmiten más emoción que cientos de páginas de una novela. Esa cualidad de poder expresar tanto en tan pocas líneas es uno de los misterios que más me atrae de la poesía.

La poesía -al igual que las canciones, las películas y hasta las novelas- te obliga a ver que hay más allá de un conjunto de palabras. Sólo cuando se lee un fragmento con la mente y con el corazón es que se llega a su esencia. Esta máxima no debería limitarse sólo a la poesía, debería ser una regla universal. Muchas veces, si las personas captaran la naturaleza de una mirada, una caricia, un abrazo o unas simples paralabras podrían sentir y entender mucho mejor las cosas. Aunque no siempre es lo mejor, el ser profundo e ir más allá de cada acción y cada palabra es lo que le da sabor a la vida. Me despido con mi poema favorito de Andrés Eloy Blanco, espero que lo disfruten y pongan en practica el consejo que les ofreció este humilde servidor.

"La renuncia"

He renunciado a ti. No era posible
fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando como el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;

como el que ve partir grandes navíos
con rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia
el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales
en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

miércoles, enero 12, 2005

Vacaciones: ¿Buenas o malas para el trabajo?

Ahora que empecé la universidad como Dios manda -con 2 semanas seguidas llenas de examenes y exposiciones- me doy cuenta de esa necesidad de tener tiempo libre. Todo el mundo hace muchas cosas productivas en vacaciones, otros no, lo cierto es que siempre que se sale de vacaciones uno se arrepiente de no haber hecho cosas que ahora no puede hacer por falta de tiempo. Éste es el caso de su servidor. Si bien es cierto que en estas vacaciones empecé con muchos proyectos, también es verdad que desaproveché -en ocasiones en proporciones realmente obscenas- el tiempo que tuve en mis manos. Ahora que tengo la soga en el cuello, lleno de tantas responsabilidades en la universidad me doy cuenta de lo tonto que fui en mis vacaciones. Después del arrepentimiento, lo único que queda es adaptarse al sistema.

Aunque sea irónico, ahora que lo pienso, cuando se está en clases se hacen -a veces- más cosas que en vacaciones. Al menos mi caso es ese, ya que en la mayoría de las situaciones sólo funciono bajo presión. Cuando se analiza a profundidad, el flujo del tiempo en clases y vacaciones se rige por estas máximas:

1) Un día de vacaciones equilvale a una semana de clases.

2) En vacaciones se tiene la energía al máximo, pero solo se aprovecha un cuarto de ella. En la universidad, solo te queda un cuarto de energía que se aprovecha al máximo.

3) La velocidad e impulso de hacer cosas en las vacaciones es nulo. En la universidad el estado por default del cuerpo es trabajar.

4) Durante las vacaciones la flojera no te deja pararte de la cama. En clases no puedes acostarte en ella.

Por estos puntos y muchos más -que por razones de tiempo no expondré- me doy cuenta que, después de todo, comenzar las clases no está tan mal, digamos que era el “empujoncito” que me hacía falta para recobrar el ritmo de trabajo.

sábado, enero 08, 2005

El enfoque de las cosas

Debo empezar este post confesándoles que llevar un blog es más difícil de lo que creía. Nunca pensé que escribir a diario -o casi todos los días- sobre un tema sería tan complejo. No crean que, como buen periodista, debería tener algo de práctica en esto. Nadie te entrena para redactar a diario algún fragmento, pensamiento o vivencia, que en mi modesta opinión, es un trabajo mucho más pesado que redactar algún hecho noticioso. No existe entrenamiento o "formula mágica" para escribir a diario algo intersante o digno de ser comentado. No todo el tiempo "provoca" escribir.

Al igual que todo el mundo, el creador -tanto escritores, diseñadores, pintores, poetas y hasta programadores- tiene sus altos y bajos: hay días en los cuales las ideas brotan de una forma casi asfixiante, en otros la frustración de no poder hacer nada aniquila el alma. Si tomamos el segundo caso como ejemplo y le añadimos estar algo deprimido, se obtiene como resultado un decenso vertigionoso a un terrible abismo. Un hueco sin fondo en el que se entra muy fácil pero se sale con un esfuerzo inversamente proporcional al usado en la entrada.

Justamente en ese punto -mientras se cae en ese agujero sin fondo-, es que nacen las grandes obras y las peores tragedias. La línea entre hundirse más y salir de una vez de aquél abismo es tan delgada, que me atrevería a decir, que estan casi unidas. Si Kafka no hubiese escrito "el proceso"es probable que hubiera muerto antes de lo "planeado", Elvis es el caso inverso, si tan sólo se hubiese dedicado a escribir canciones en vez de usar drogas, tal vez, nunca hubiese sufrido esa sobredosis que lo mató. Estas son especulaciones, claro está, pero sirven de ejemplo para ver que las soluciones de las peores situaciones de la vida, muchas veces, sólo dependen del enfoque que se les dé.

Si la inspiración nos huye, los fantasmas del pasado atacan y nuestro futuro se ve incierto sólo nos queda hacer una cosa: ocuparnos. Parece mentira, pero la mayoría de la solución a los problemas se consiguen cuando uno menos lo espera, en las situaciones más inverosímiles. Una vez alguien lo dijo: "La inspiración existe, el problema es que siempre llega cuando estas trabajando". Frase tan real como este post y que ha sorprendido a más de uno... Por el momento me despido, he recuperado un poco de la inspiración que necesitaba para escribir esta noche. Ahora me dedicaré a la compleja tarea de escribir la vida de alguien más... alguien como yo.