miércoles, diciembre 07, 2005

Reflexión de la semana: 7/12/05

¡Hola a todos! Tenía mucho tiempo sin saludarlos directamente. Ya pasó el cortometraje, también el evento y cientos de cosas que no vienen al caso nombrar. No crean que sólo me perdí del blog, también me desaparecí de la universidad y del mundo en general. Hasta hace un par de días estuve súper ocupado con varios cursos y siendo asistente de un par de cineastas en el festival de cine en el que participó mi corto. Como podrán imaginarse, aprendí muchísimo en esa semana que duró el evento y salí súper inspirado a escribir. Justo ahora estoy trabajando en un par de guiones: uno lo pienso filmar entre diciembre y enero, el otro lo quiero tener bajo la manga a ver si alguien se anima a financiarlo. De momento no he tenido tiempo de escribir ningún ensayo decente, así que por hoy, me limito a poner una cita. Espero que la próxima vez que nos veamos tenga algo interesante que decir o al menos no perderme por tanto tiempo.

"Grandes masas de gente nunca son responsables de lo que hacen. Obran bajo el imperio de instintos que no pueden controlar. También ellos, los patriarcas, los profesores, tienen que luchar con infinitas dificultades, infinitos estorbos. De algún modo su educación era tan deficiente como la mía. Había engendrado en ellos fallas no menos grandes. Es verdad que tenían dinero y poder, pero a costa de hospedar en su pecho un águila, un buitre, que no cesaba de arrancarles el hígado y de sacarles de raíz los pulmones; el instinto de posesión, la furia adquisitiva que los impulsa a codiciar infinitamente los campos y los bienes ajenos, a dibujar fronteras y banderas, a fabricar barcos de guerra y gases tóxicos, a ofrecer sus vidas y las de sus hijos. Pasen ustedes bajo el Arco del Almirantazgo (yo había llegado a ese monumento) o alguna otra avenida dedicada a trofeos y a cañones, y piensen en la clase de gloria que se celebra ahí. O miren en el día de sol al corredor de bolsa y al procurador metidos en su casa para ganar dinero y más dinero, cuando se sabe que 500 libras al año lo mantienen a uno vivo en el sol. Qué desagradable es tener que mantener esos instintos, reflexioné."

Virginia Woolf,
Un cuarto propio