domingo, julio 31, 2011

Ataque de lucidez al amanecer

Hay 2 cosas que jamás toleraré como lector: los malos escritores y los malos lectores. Lastimosamente, el mundo está cada día más y más plagado de ellos. Lo único bueno es que se puede erradicar esta desgracia de una manera muy sencilla: cerrando sus libros para siempre.

Sólo le pido a Dios una cosa como escritor: sálvame de caer en el cliché de mi generación. Prefiero ser de por vida un lector o tener 2 o 3 cuentos publicados en alguna antología; de hecho, prefiero ser un Bartleby. El mutismo absoluto se me antoja mil veces mejor que pasar a ser parte de las filas de escritores que se creen “irreverentes” por poner en una novela groserías, que se perfilan como radicales y terminan vendiendo las mismas verdades que cualquier Coelho (pero pintándose como si fuesen la reencarnación de Kerouac… sin siquiera haberlo leído). Escritores que se creen cronistas de su época por utilizar escenarios y guiños conocidos hoy, pero que el tiempo devorará en un par de años.

No hay nada peor que venderse como un “chico malo” y escribir “culo, teta” para terminar describiendo el amor con mariposas en el estómago y demás lugares comunes. Señores, por lo que más quieran, dejen de escribir. Sus libros en los anaqueles sólo dispersan a los lectores y terminan alejándolos de la buena literatura.

Por lo que más quieran, lean. Lean hasta que les sangren los ojos. Pero lean de verdad. Nada de Gabo o gente conocida: lean lo que los escritores leen. Lean gente muerta, con décadas o siglos de distancia entre ellos y ustedes. Lean con conciencia, intenten entender qué es lo que los hace flipar de un libro o por qué demonios después de tanto tiempo los griegos siguen teniendo la razón en todo. Lean y descifren paradojas como “¿por qué ya nadie sabe quién es Bruno Schulz si es tan bueno?”. Se darán cuenta que por mediocres como ustedes es que la literatura -y el mundo- se nos está yendo al carajo.

Por eso lean y quédense en silencio. Y si van a decir algo, por amor a todos los cielos, que sea algo que valga la pena escuchar.

jueves, mayo 19, 2011

Nueva presentación de "Fiesta de la ficción"

Los escritores -valga la redundancia- escribimos todo el tiempo. Aunque no toquemos ni una tecla, estamos escribiendo constantemente en nuestra cabeza, versionando todo lo que nos sucede. Sea en una servilleta, una libreta o en el celular (mi sucedáneo por excelencia de ambos), escribimos diálogos, ideas, escenas o detalles para después sembrar en alguna noche esa semilla de la que podría nacer algún milagro que sea digno de compartir con otros. En esta eterna escritura y reescritura me encuentro ahora. Una tontería como comer un helado, reescrita en nuestra cabeza, usando palabras específicas, toma cierta importancia.


“Ella comía su helado de manera obsesiva, hundía la paleta hasta el fondo del recipiente como si escarbara en búsqueda de alguna verdad sepultada en el tiempo. Observaba con toda la atención del mundo el proceso y una vez llegado el fondo retraía la paleta a toda velocidad hasta su boca, como si de aquello dependiera su vida. Estaba completamente abstraída en aquella tarea y yo temía por ella: parecía que al terminar la última onza de aquel elixir fallecería. Sólo me consolaba que su muerte sería una apacible despedida con sabor a tiramisú y topping de chocolate... sin ánimos de sonar suicida, ¿quién podría resistirse a pasar al Hades de esa forma?”


Los escritores escribimos en lugares casi designados para nosotros: parques, cafés, en la soledad de un cuarto, en la cama, en un escritorio. De eso existe muchísimas escenas en el cine y creo que retratar esa típica imagen del escritor con lentes, fumando, tomando café (lo licor) en la medianoche sería un cliché. De lo poco que se habla es de los lugares no habituales para escribir: en la espalda desnuda de una mujer, a mitad de una clase, mientras se come, en el cine, en la clínica, o, como ahora me encuentro, en un bus.


Es tarde, todos los pasajeros duermen, el autobus pasa a toda velocidad por una carretera que se perfila infinita. Me duele el cuerpo: tengo más de 3 horas sentado y pasarán unas 3 más antes de llegar al hotel. Si se hiciera un plano general del autobus se vería un grupo de personas como en trance -ojos cerrados, boca abierta, frente mirando al cielo- y una luz iluminando a una suerte de monje con capucha. La cámara se acerca y consigue a un chico tecleando frenéticamente en su computadora. Lo que sigue es cliché: lentes, cara de trasnochado y mueca de concentración. Puedo llegar a ser el estereotipo de escritor, lo único que puedo tener en mi defensa es que no me tomo demasiado en serio y eso me resta esa aura de “solemnidad” que todo escritor tiene. Me hace humano. Repetitivo. Terrenal. Tal como soy, como ustedes, como todo.


Desde hace rato buscaba excusas para revivir mi blog, pero ya saben que mi círculo vicioso amor-odio con el trabajo me separa de este espacio. Igual, conseguí una excusa que se transformó en un MUST y aquí estoy (además, estoy de viaje, como en mi último post, así que eso me inspira)


El próximo viernes, 27 de mayo, en la "Feria de lectura de Chacao", en el salón Obelisco, a las 8pm, se presentará por segunda vez la antología “Fiesta de la ficción”, donde tuve el honor de participar junto con otros 20 escritores, compañeros de Peña desde hace 4 años. Por segunda vez, tendré el privilegió de dar unas palabras para presentar el libro (junto con nuestro mentor, Sael Ibañez y el editor del libro, Bernardo Infante de BID & CO; además, un par de compañeros leerán relatos cortos que se encuentran en la antología). Valga la cuña para invitar a los lectores de Blue Fields al evento.


... Y como hoy estoy multi-task, aprovecho para desenterrar una entrevista que me hicieron en RCR junto con otros escritores de la antología. Esto fue en diciembre, en el programa Librería Sónica de mi querido amigo y compañero de blog Jason Maldonado. La conversación fue bastante relajada: hablamos del libro y nuestras preferencias literarias, leímos fragmentos de nuestros cuentos, nos reímos (en pocas palabras, todo lo que una conversación debe tener para no aburrir). Acá les dejo el link para que nos escuchen y los espero el viernes 27 de mayo en la presentación de la antología. Pueden invitar a quienes quieran, la idea es hacernos porras jeje.


Entrevista Fiesta de la ficción, aquí




viernes, abril 01, 2011

Apologías y tribulaciones de un viajero

Siempre me han emocionado los viajes. La idea de estar en otro sitio completamente diferente al habitual -así sea sólo por un par de días- me parece una excusa particularmente atractiva para escribir. Antes, el irme de viaje significaba perderme del mapa. Hoy, para bien o mal, gracias a la tecnología (blackberry, Wi-Fi) esa idea de "irse" es cada vez más difícil de obtener. La comunicación es un vínculo cada día más reacio a dejarnos, a cada momento salen nuevos adelantos que nos hacen más complicados alienarnos. Es como si nuestro celular fuese un Aleph en el que podemos perdernos, pero donde todos nos podrán encontrar siempre.

Aunque estoy fuera de la ciudad por un viaje de trabajo (con una mecha bastante ruda), disfruto todo como si fuese un niño pequeño. El viaje en autobus, el olor del hotel, el frío de los pasillos, una cafetera en el baño, abrir la habitación con una tarjeta, ser tratado como "alguien importante", la amabilidad de los desconocidos, la cama enorme y esa sensación de ser grande (véase: adulto). Todas estas escenas siempre se me antojan irreales, lo mismo que el bautizo del libro o ir a reuniones con clientes: todo se veía tan lejano, cuando sea grande haré tal cosa y resulta que el futuro es ahora. Es una mezcla complicada de emociones, como diría mi mejor amiga @So_Rodriguez "es como estar en la cola para montarse en la montaña rusa". Tenemos miedo, estamos emocionados y cuando por fin sucede ni siquiera podemos describir a ciencia cierta qué sentimos... algo así son mis días de trabajo. Lo bueno de llevar una vida free-lance es que cada trabajo es algo completamente diferente, vives en un estado de novedad perenne, eres tu propio jefe y dependes de cómo sople el viento... como decía Mario Santiago: vivir sin timón y en el delirio. Hay días caóticos, semanas muertas, épocas donde puedo pagar mis tarjetas de crédito y otras donde debo vivir de ellas. Con sus pro y sus contra, me gusta vivir así: vivir el sueño, vivir en una constante apuesta, caminar con los ojos vendados y confiando en que cada paso es el correcto (sin saber siquiera cuál es el camino, pero si teniendo claro a dónde quiero llegar).

Comparto mi habitación con un desconocido (bastante amigable, aunque ronca). Son las 2am. Debo despertarme en 3 horas. Me hace falta leer mi poema diario antes de dormir. Siento que esta será una noche larga, pero toca hacer de tripas corazón. Hoy utilicé el Executive Room del hotel para revisar mi correo and stuff. Es un salón que parece una sala de reuniones, tiene un reloj (cuyo tic-tac me sacó de mis cabales) y un baño unisex. Por un segundo hice conciencia de ello: ya soy adulto, estoy de viaje por una pauta, estoy usando el Executive Room y me ven como alguien serio que realmente necesita usar el Executive Room. Mi filosofía de vida es algo parecida a este evento: tal vez mañana sea un rock star y me fastidien los hoteles, pero hoy me gusta descontextualizar las escenas que vivo, sentirme un rock star y disfrutar de ello como un evento único e irrepetible. Es algo tonto, pero amo esta clase de detalles y amo amar estas tonterías. Si algo le puedo pedir a Dios es que nunca pierda esa capacidad de verlo todo con emoción, como un niño pequeño, el día que pierda esa magia creo que ni yo mismo me voy a poder soportar (y mucho menos el rock n' roll que llevo por vida).

viernes, marzo 25, 2011

Porque me dio la gana

Son las 4am y tengo todas las razones del mundo para escribir estas líneas: es mi blog, es mi única responsabilidad revivirlo y de la manera que me plazca. La política editorial de mi vida en estos últimos meses ha sido relegar mis necesidades al último anaquel de mi mercado. Mis rutinas se convirtieron en raros placeres que apenas puedo costearme una vez a la semana. La lectura un lujo difícil de costear a diario. Escribir ha pasado a ser una suerte de Ítaca (cuando todos sabemos que la escritura es el viaje, no el destino). A donde vea mi vida es un lienzo desigual lleno de emociones hermosas y terribles donde he vivido en un eterno ir y venir de un lado a otro. Hoy digo basta. Aunque me desaparezca después de este post por 3 o 4 meses más, esta noche quiero decir basta. Quiero hacerme promesas que difícilmente cumpliré, pegar un post it que deba mirar a diario y me grite a la cara "eres un cínico al fingir que no me ves". Quiero ir ganando terreno lentamente. Mi fracaso ha radicado en querer hacerlo todo de una vez (como me muero por escribir decenas de cosas hoy: un poema, un fragmento de alguna novela, hablar de libros/películas, escribir sobre una chica linda que va sola al cine o de un chico que tiene miedo de vivir). Hoy, en una súbita Epifanía, descubrí que el fracaso de toda empresa (mi empresa personal) es imponer un régimen absoluto, ganar la guerra con una bomba atómica. Las verdaderas batallas se libran lentamente, avanzando y replegándose, pero luchando, siempre luchando hasta el final. Hoy salgo al campo de batalla y aunque regrese malherido o con un trofeo en las manos, lo importante es seguir luchando.

"Ha sido un impulso suicida, pero qué va a hacer si es grande la sed y grande la sombra de la tentación. Y larga todavía la vida tan breve" Enrique Vila-Matas, Dublinesca

PD: me abrí un TUMBLR para postear fragmentos de lecturas (y así ejercitar mi disciplina de escribir en el blog). Quienes quieran acercarse es http://luisbond.tumblr.com/